Encuentros oportunos

Quizás esa es una de las virtudes de los textos, llegan conforme se van necesitando, se cuelan de alguna forma en nuestras vidas para advertirnos algo.

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No sabría decir desde cuándo tengo este libro en casa, ignoro cómo llegó aquí, o de dónde proviene; en cambio, puedo decir que su lectura llegó en el momento preciso. Quizás esa es una de las virtudes de los textos, llegan conforme se van necesitando, se cuelan de alguna forma en nuestras vidas para advertirnos algo, nos anticipan el porvenir, nos consuelan, nos preparan.

Desde que se publicara Quisiera que alguien me esperara en algún lugar (1999), la escritora francesa Anna Gavalda ha convertido todo lo que escribe en oro editorial. En 2006 Alfaguara infantil editó el texto que ahora leo: 35 kilos de esperanza, clasificado como novela juvenil y ganador del premio Bayard Jeunesse 2002. 

'Odio la escuela' abre el relato y que podría resumir el conflicto de la trama, sin embargo, nada es tan simple como parece. Si Gregorio odia la escuela es porque nunca ha podido integrarse, pues aunque es un prodigio construyendo artefactos, es un desastre en todas las materias, incluyendo gimnasia, y desafortunadamente el sistema educativo sólo evalúa ciertos conocimientos sin integrar otras habilidades de igual importancia.

Por segunda vez expulsan a Gregorio del colegio, y ni su abuelo, siempre comprensivo y defensor, le dará consuelo, al contrario, lo enfrenta tratando de que asuma su tajada de responsabilidad: “Te voy a decir una cosa, amigo mío: es más fácil ser desgraciado que ser feliz (...) A mí no me gusta la gente que elige lo fácil, ¡no me gustan los quejicas! ¡Sé feliz, demonios! ¡Haz lo necesario para ser feliz!'.

Cuántos niños y jóvenes con los que compartimos escuela o casa batallan por emparejarse con los demás, y ese esfuerzo pasa desapercibido para padres y docentes, y en vez de ofrecer apoyo, los etiquetamos y aislamos por su bajo rendimiento. Aquello que es sencillo para unos puede significar un gran reto para otros, comprender y aceptar estas diferencias nos permite ser empáticos, nos co-responsabiliza en la búsqueda de nuevas maneras de enseñar, aprender y evaluar.

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