Enfermería, luz ante eclipse político

Los profesionales en enfermería se ven amenazados 'por un plumazo' y administrativamente ser catalogados como técnicos.

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Hoy quisiera reflexionar sobre un tema que  asoma dentro de tantos sinsabores como son el alza a la gasolina, devaluación del peso, incrementos de insumos, remate de dólares y demás, que se ciñen como negros nubarrones, cual presagio de tiempos de desastre para los bolsillos de los mexicanos en esta recta final del año. 

Me refiero a las inconsistencias y claroscuros del quehacer político del Gobierno Federal, cuando de los profesionales en enfermería hablamos.

Por un lado, tenemos discursos demagógicos sobre la necesidad de la profesionalización y pago justo con base en la preparación, del presidente en enero del 2014.

Bastó menos de un año para que lo que fue  presentado como un logro de México  se debilitara y esfumara con las declaraciones de la titular de nuestro máximo órgano rector  en salud, que fracturaban  la médula del mecanismo federal de profesionalización y cancelaban de facto el compromiso presidencial para reconocer académica y monetariamente a los licenciados en enfermería.

Los profesionales en enfermería se ven amenazados “por un plumazo”  y administrativamente ser catalogados como técnicos.

Ah, pero como “dádiva”, escalafonariamente (manteniendo para todos los casos la limitante de contar con base y disponer de al menos dos años de antigüedad), podrían aspirar  a ser reconocidos con el nivel de estudios que hasta la fecha han alcanzado y por lo tanto con los sueldos propuestos en los albores de este agonizante año.

Ipso facto, este atropello a los derechos e inteligencia de los profesionales de la salud me retrocedió 5 lustros en el tiempo, para revivir otra época en los servicios de urgencias. En esos lugares que actualmente parecen campos de guerra, en donde el médico y los discípulos de Florence Nightingale arriesgan su vida y como soldados de infantería se mantienen firmes ante el enfermo grave.

Años de preparación, capacitación continua, sacrificios familiares, sonrisas y llantos, son tan sólo algunas de las características de nuestras compañeras con “cofia” e  impecable uniforme blanco, y me pregunto: ¿acaso nuestros legisladores miden con la misma vara cuando se trata de la veracidad de los títulos profesionales que  ostentan? ¿Acaso libran batallas y alcanzan sus curules de forma escalafonaria para merecer el derecho de representarnos y percibir los estratosféricos sueldos que ellos mismos se asignan?

En fin, todavía tendremos mucho de que seguir hablando, ya que al ritmo que vamos, los sesgos, atropellos y desatinos serán las constantes. ¡Imagínense lo que nos espera en los próximos cuatro años!

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