Entre la Indignación y la Rebeldía

Son espejos para compartir las razones, las palabras, los dolores, las luchas de tantos y tantas...

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Tengo en mis manos un ejemplar del número 133 de “El Varejón”,  revista de Equipo Indignación que, fiel a su carácter popular, hizo público el reinicio de su circulación en una comunidad indígena del sur del estado de Yucatán a finales del mes pasado; por otro lado, unos días más tarde, desde la página que sirve de enlace virtual con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se diseminaría la noticia del lanzamiento del primer número del proyecto editorial más reciente del llamado neozapatismo: “Rebeldía Zapatista”.

¿Qué tienen en común estas publicaciones, aparte de caminar la tierna necedad de quienes insisten en vestir su palabra de tinta sobre papel cuando la tendencia global es la digitalización de los medios cada vez menos impresos de comunicación? Yo me atrevería a decir que su vocación. 

“El Varejón”, como lo dijeron Martha Capetillo y Cristina Muñoz Menéndez en Tapanco Centro Cultural a potenciales responsables de buzones varejoneros, no es una revista hecha para una clase media que puede gozar del acceso aún no democratizado de la Internet; sus lectoras y lectores objetivo son la gente de los pueblos y, en Yucatán al menos, decir pueblos exige agregar un par de sustantivos elementales más: indígenas y mayas.

“Rebeldía Zapatista”, por su parte, es la voz de un conjunto claramente determinado de esos mismos pueblos, también indígenas, también mayas: los pueblos que hoy por hoy llevan a cabo uno de los proyectos sociales, culturales, económicos y políticos más congruentes y, por lo mismo, significativos de rebeldía y resistencia en contra del capitalismo, modelo de producción económica cuyo carácter criminal cada vez es más difícil de ocultar para sus testaferros en los medios de propaganda, que no de información y mucho menos de comunicación, de los señores, y una que otra señora, del poder y del dinero.

“El Varejón” y “Rebeldía Zapatista” son, pues, espejos para “compartir las razones, las palabras, los dolores, las luchas de tantos y tantas, los sueños: la mirada y la complicidad de quienes van a pie, caminando la vida, sembrándola, cosechándola, compartiéndola, transformándola, cómplices en la raíz más profunda de la indignación” y, por supuesto, la resistencia y la rebeldía.
Enhorabuena.

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