Es comisionado, no adivino

Nadie, menos aún el comisionado para la seguridad de Michoacán, tiene por qué saber la biografía de cada persona con que se topa.

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La explicación que da el comisionado para Michoacán, Alfredo Castillo, sobre su encuentro con Juan José Farías Álvarez, El Abuelo, no solo es clara sino lógica, y desmantela el chisme de que con él acordó “la estrategia” federal en el estado.

Estaba, cuenta, en una reunión con quizá 150 personas implicadas en el tema de los apoyos y el desarrollo social, cuando le avisaron de una movilización de autodefensas y tuvo que salir del recinto junto con algunos representantes de esos civiles armados, para averiguar lo que estaba sucediendo (eran vísperas de la toma de Apatzingán).

Con unas 20 personas, incluidos los comandantes del Ejército y la  Policía Federal en la zona, dialogaba en una bodega, donde lo abordó El Abuelo, quien en dos minutos le pidió se le investigue porque en 2009 “le sembraron” una pistola y drogas (hashís), por lo que se le acusó de delincuencia organizada, delito del que fue absuelto en tribunales después de purgar tres años de cárcel por los dos primeros.

Nadie, menos aún el comisionado, tiene por qué saber la biografía de cada persona con que se topa.

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