Es momento de invertir y no arrugarse
Una terapia grupal así es la que le hace falta al secretario Videgaray que, cuando afirma que no estamos recesión, se le nota tan animado y seguro como el PRI culpando a Zedillo.
Aquello, el abanderamiento de la selección mexicana de futbol en Palacio Nacional, fue una cosa muy nostálgica y muy bonita que debería ser incluida en cualquier curso de autoayuda. Algo que por su espíritu esperanzador, sin duda servirá a Paolo Coelho para establecer nuevos paradigmas para la superación personal.
Discursos sólidos y propositivos de parte del señor licenciado Peña Nieto (“Es momento de escribir una nueva historia, de lucha, de pasión y de triunfo; representan a una nueva generación de mexicanos, con confianza en sí mismos, acostumbrados a triunfar frente a los mejores”), la conversión de don Miguel Herrera en motivador de multitudes en el estilo de la onda piramidal (“Estoy convencido de que todos y cada uno de estos 23 elementos saben ganar, no cabe ni un solo miedo”) y el despliegue de promesas maravillosas del capitán Rafael Márquez cual vendedor de tiempos compartidos en Kafkapulco (“Me tocó enfrentar este nuevo reto, lo haré hasta dejar el alma, brindar los mejores resultados a nuestra nación”).
Después de este espléndido ejercicio de apapachos para templar el espíritu, morigerar la inteligencia emocional y reforzar la lógica del “¡Sí se puede!”, solo el cielo es el límite. No importa que vuelvan las oscuras perspectivas económicas cuajadas de PIB descompuestos; que los agoreros mirelescos del desastre anuncien apocalipsis y armagedones en el Encuentro Nacional de Autodefensas; que el Mundial de Brasil parezca tan siniestro como quedarse atrapado en una escuela retacada de niños que ante la barbarie primero bulean y luego verigüan, asesorados por algún cártel mientras la SEP se queda mirando en lontananza.
No había visto tanta gente tan feliz ante la perspectiva de una batalla que se ve que va a ser una carnicería, desde que el subjefe Diego se puso a defender de oficio a Pedro Joaquín Coldwell, a quien los histéricos le quieren quitar del puesto que, solo porque tiene algunos negocillos oceanográficos con Pemex. Nomás faltaba el slogan que acaba de acuñar el banco BBVA Bancomer: “Es momento de invertir, no de arrugarse”.
Si el sup Marcos hubiera tenido esta clase de dinámicas con la onda zapatista, hoy no estaría jubilándose como si lo hubieran corrido como al Chelís del Veracruz.
Una terapia grupal así es la que le hace falta al secretario Videgaray que, cuando afirma que no estamos recesión, se le nota tan animado y seguro como el PRI culpando a Zedillo, que nunca traía cash, de la derrota con Fox. Que paren el tren del mame.
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