Es sólo un grito

Estoy seguro que esa expresión no es ni más ni menos grosera que las que todos los días decimos sin ninguna carga homofóbica.

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Si decimos de una mujer que alquila su cuerpo que es “de la vida galante” nadie nos reprochará nada.

Lo puede expresar hasta el cura en su sermón, aunque de vida tenga poco y menos de galante lo que hace la señora, muchas veces arrastrada por la maldad de algún abusador o por la necesidad de venderse para sobrevivir. Pero no ose usted decirle puta porque lo menos que le van a decir es que es un lépero malhablado.

En estos días mundialistas, un tema es el del grito que en los estadios mexicanos es común cuando el portero rival despeja el balón: ¡Puuutoooooo! Yo estoy seguro que esa expresión no es ni más ni menos grosera que las que todos los días y en todos los lugares decimos sin ninguna carga homofóbica. Y no se trata de defender las leperadas, sino sólo de señalar hechos.

Ante las rasgaduras de ropa de la FIFA, uno de los organismos con más dudosa moralidad que, sin chistar, le da su torneo a un país donde con sólo que “parezcas” gay te castigan y a otro donde si “eres” gay vas a la cárcel, no queda más que asombrarse. 

A los estadios van desde intelectuales hasta obreros y miles de desempleados (para quienes ese momento de euforia cuando se sienten poderosos es lo único bueno de la vida) y su grito no es para calificar las tendencias sexuales del rival. 

Los cochinos de la FIFA son los únicos que ven esa intención, pero porque tienen la mente torcida.

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