Esa sí es una palabrota

La conductancia está directamente relacionada con la facilidad que ofrece un material cualquiera al paso de la corriente eléctrica.

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Se lleva uno cada sorpresa con esto de las palabras. Ayer leía el artículo de José Manuel Higareda (recomendable, por cierto) en estas páginas y me topé con una de esas que llaman la atención al primer golpe de vista: conductancia. Uay, dije, ¿de dónde la habrá sacado?

Y me voy al internet (antes iba al diccionario, pero ya me decepcionó): La conductancia está directamente relacionada con la facilidad que ofrece un material cualquiera al paso de la corriente eléctrica. Resulta, sin embargo, que la hay no sólo eléctrica, sino térmica, estomática, molar… y otras.

Como el maestro Higareda proponía a los políticos someterse al polígrafo antes de recibir algo de los miles de millones de pesos que les vamos  a dar para que se ferien en campañas, supongo que de la que hablaba era de la conductancia térmica, porque uno de los factores que se miden con ese aparato es la sudoración.

Pero mi tema hoy es el afán de los científicos (de los intelectuales en general) que elaboran lenguajes crípticos, algunas veces alejados 

inclusive de los significados prístinos de las palabras que les sirven de sustento a sus locas disquisiciones y se sitúan en un nicho donde sólo sus iguales pueden entenderlos. Lo peor de todo es que se inventan palabras la mayor parte de las veces horribles, como ésta de conductancia. ¿No pueden decir conductividad?, pregunto. Y me contesta doña Wikipedia: No, son cosas distintas. ¡Arredovaya!

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