España se fue al ca... desde 2012

Nunca, desde que había yo pisado ese país, había sentido la poderosa fuerza de una recesión económica tan severa.

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Por culpa de la atípica nevada que cayó sobre Fráncfort, mi regreso a México desde Múnich se descalabró el miércoles. No pude volar por la vía original, pero Lufthansa arregló mi itinerario para que lo hiciera en el vuelo nocturno que sale de la T4 de Barajas por Iberia. Estuve en Madrid algunas horas, las más aciagas y tristes desde que le visito.

A España se la ha llevado el ca..., la crisis. Nunca, desde que había yo pisado ese país, había sentido la poderosa fuerza de una recesión económica tan severa, tan amarga, tan profundamente jo... “Visité a uno amigo la semana pasada al que le han cortado la luz (…) la gente lo está pasando mal”, me dice un trabajador de 39 años. Tiene tres hijos. El primero, adolescente, lo ha fichado el Atlético de Madrid. Es su esperanza.

España lo está pasando fatal. El Corte Inglés de la afamada avenida Serrano luce vacío como nunca. El piso de electrónicos tiene solo un cliente merodeando; nadie compra un CD musical; y el ánimo de los vendedores de DVD es tan bajo que ni las moscas se paran a ver las novedades. El letrero de lo “más vendido” parece una broma, y en el nivel del Delicatessen solo una empleada compra un café. Yo compro un brownie. Nadie más.

Vacío. Todo vacío. En la librería los abrigos de pieles de un par de señoras se ven fuera de tono, la música de fondo es interpretada por Diana Krall, pero parece cumbia cuando se contrasta con el ánimo del lugar. El primer cajón de libros ofrece veinte títulos que quieren capitalizar en la temática de la moda erótica de las sombras de Grey. Todos con trucos cachondos. Nadie los toca.

Salgo de El Corte Inglés y doy la vuelta. Folli Follie, vacío. Zara Home, vacío. Kiehl’s, vacío, L’Occitane, vacío. Dentro de una tienda de ropa para caballeros que vende trajes de Paul Smith dos señores me miran para tantear si cruzaré la entrada. No lo hago. Encuentro una tienda de zapatos con gente. Un letrero en la entrada revela el gancho: “Liquidación total por cese”. Cada par cuesta 90 euros. No hay de mi número, pero mientras me los pruebo escucho a un señor angustiado: ¿por qué cierran? “Porque el dueño se jubila”.

Quiero que termine este año jo... para España. Quiero que termine ya. 

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