No es nuevo el hecho de que el linchamiento social en niveles macro puede acabar con una carrera, pero en plataformas virtuales, en los últimos años, ha adquirido tal relevancia, que los usuarios y personas del ámbito público prefieren vivir cualquier adversidad antes de enfrentar el escrutinio, crítica incisiva y exposición de un problema o error en las redes sociales virtuales.

Los usuarios se han convertido en jueces de millones de cabezas y dedos, los cuales mediante clicks y shares (publicaciones compartidas o replicadas) pueden acabar con una carrera política, trastocar una carrera artística, encumbrar una ocurrencia y provocar movilizaciones hacia cualquier sentido.

Estos niveles de impacto prueban el alcance de las redes sociales virtuales y herramientas digitales, pero el empoderamiento se trasluce cuando el movimiento  es sin objetivo y no influye en el plano presencial para apagar fuegos de todo tipo.

Los juicios y prejuicios se pueden volver virales y en la colectividad construir o destruir, por eso la corresponsabilidad es inminente y como usuarios no podemos dejarnos llevar en la espiral de comentarios y opiniones, sino ejercer la libertad  para el enriquecimiento propio y común. Esto no quiere decir que no podemos divertirnos, al contrario, el plano virtual es una oportunidad también de crecer y madurar en nuestro criterio.