Una estatua para Carstens

En épocas de vacas gordas el gobernador del Banco de México utilizó sus ingresos por interés y cambios para elevar las reservas.

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A principios de febrero, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, nos asustó con una nota en la cual percibía la economía de 2016 y 2017 en una crisis  violenta y severa. Es raro que un político, aun con esa visión, salga a dar esta noticia, ya que disminuye el ánimo de invertir y aumenta la crisis por el efecto psicológico.

Investigando confirmé la realidad de un panorama económico complicado por el lado de los recortes presupuestarios para 2016, teniendo ya un déficit histórico en 2015. En la investigación vi que la balanza comercial está en déficit sin precedentes y la deuda interna también llega a niveles altos nunca antes vistos; de ahí el susto de Carstens. Este panorama no era así a finales de noviembre de 2015, pero a mediados de diciembre el precio del petróleo cayó un 50%, y se agravaron las variables expuestas aún más. 

Carstens pasó de secretario de Hacienda a gobernador del Banco de México durante los gobiernos panistas, y ahí quedó en la era del PRI; goza de una reputación internacional amplia, pero sus éxitos más sonados fueron el acumulamiento de reservas internacionales a niveles más allá de lo ortodoxo y la compra de coberturas petroleras, movimientos ambos que nadie entendió, para blindar el presupuesto del país.

Sólo estos dos hechos bastan para erigirle una estatua como héroe de la patria, me explico:

En épocas de vacas gordas el gobernador del Banco de México utilizó sus ingresos por interés y cambios para elevar las reservas; él decía que hay que tener reservas por si los extranjeros se llevan sus divisas. Había abundancia de crédito y dólares y muchos lo criticaron por no transferir al país recursos para fines sociales. Hoy con muchos extranjeros saliendo del país por las expectativas de bajos ingresos en bolsa y ante la solidez norteamericana, Banxico vende dólares y si no tuviera reservas en exceso la devaluación sería mayor; de hecho México es de los países latinoamericanos con menor devaluación.

Una noticia que nadie valoró fue la compra de coberturas en 2009; de hecho, muchos pensamos que era innecesaria con el precio del barril a más de 100 dólares y un presidente abierto a inversión extranjera en petróleo. Lo que no se veía venir era menos dólares. Ese año era su último en la Secretaría de Hacienda. De repente vivimos una baja del 50% en el barril de petróleo y, de no haber habido cobertura petrolera, el déficit financiero del país hubiera sido caótico y la devaluación hubiera sido muchísimo mayor.

Carstens es un profesional, sus acciones han salvado las finanzas públicas y sus preocupaciones tienen forma y fondo, por lo que sus sugerencias deben ser acatadas de inmediato.

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