¿Esto es lo que quería Peña Nieto?

En estos 365 días se han tramitado modificaciones legislativas en renglones tan determinantes como la educación y las telecomunicaciones, entre otros.

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Las huestes del Partido de la Revolución Democrática le ofrecieron un espléndido regalo a Enrique Peña para que celebrara su primer aniversario como presidente de la Republica: dieron por terminado el Pacto por México, que había sido, por así decirlo, la joya de la corona del actual Ejecutivo. 

Un hecho, en sí mismo, que lo diferenciaba de todos sus antecesores en un entorno, hasta hace muy poco, de enconos irreductibles, obstruccionismos, provechos partidistas y flagrante desentendimiento de los intereses superiores de la nación.

Pues bien, más allá del posible sentido de la oportunidad que pueda tener esta defección —y de que sea perfectamente entendible en tanto que están de por medio cuestiones doctrinarias, principios ideológicos, rancios dogmas y una muy particular visión de lo que debe ser la realidad mexicana— ¿cómo ha sido este primer año de gobierno? ¿Cuáles son los resultados? ¿Qué conclusiones podemos sacar de los desempeños del gabinete?

Hay luces y sombras, como en toda apreciación sobre cualquier equipo de trabajo. Hemos visto, en estos 365 días, a un presidente concertador, mesurado y sin estridencias. Y no es un logro nada menor haber conciliado a las diferentes fuerzas políticas para celebrar un gran acuerdo nacional como tampoco se puede desconocer que las reformas propuestas por el Ejecutivo hayan multiplicado exponencialmente los rendimientos del Congreso: para mayores señas, se han tramitado modificaciones legislativas en renglones tan determinantes como la educación, las telecomunicaciones, la recaudación fiscal, el derecho de amparo y, ahora mismo, el entramado político-electoral y la producción de energéticos.

Se advierte, ahí, una evidente voluntad de transformación y, al mismo tiempo, una preocupación auténtica por congregar a todos los grupos políticos del país. Pero es justamente aquí, en mi muy personal opinión, donde las cosas comienzan a torcerse un poco: la reforma hacendaria, por ejemplo, no ha dejado enteramente satisfechos a los sectores empresariales ni a los trabajadores de la economía formal al ser un esquema que castiga, por así decirlo, la actividad productiva —concentrado, por si fuera poco, en los mismos contribuyentes cautivos de siempre— en lugar de abarcar colectivamente a toda la población a través de un impuesto al consumo, por acotado que pudiere estar para no afectar directamente a las clases populares. 

Pues bien, esa tal reforma impositiva resultaría, por lo que parece, de un propósito de "rebasar por la izquierda" al PRD y, a pesar de las críticas de un Obrador que se opone por principio a todo, plasmaría fielmente las propias propuestas del partido del sol azteca. Al final, la oposición de izquierda ha tomado de todas formas su propio camino, como hubiera sido de esperarse. Pero el precio a pagar ha sido muy alto. 

Tanto, que el Partido Acción Nacional, aliado natural del PRI a pesar de que la mera conformación de una mayoría entre ambos merezca el deshonroso calificativo de "contubernio" por parte de los perredistas, dio a entender, en su momento, que podría no apoyar la reforma energética y, ahora mismo, negocia la incorporación de propuestas más categóricas.

Es en el apartado económico, sin embargo, donde las cosas no marchan bien. Las estimaciones de crecimiento han ido progresivamente a la baja hasta quedar en un magro punto porcentual. 

Este rendimiento mediocre se debería, en parte, a un subejercicio en el gasto público, lo que nos hablaría de la inevitable curva de aprendizaje del nuevo Gobierno. Pero hay también voces que señalan la carencia pura y simple de recursos: el dinero no ha llegado a las arcas del Estado. 

De una u otra manera, en 2014 se ejercerán ingentes recursos gracias a la reforma fiscal (que sigue siendo insuficiente, a pesar de todo) y a un mayor endeudamiento del Gobierno. Al tiempo.

Y, en lo que se refiere a la seguridad pública, el hecho de que el tema dejara de figurar de manera predominante en la agenda de comunicación del Ejecutivo no ha significado una reducción en los delitos que más amenazan a la población, el secuestro y la extorsión, sino que han ido al alza. Es en verdad una asignatura pendiente.

Es demasiado pronto, de cualquier manera, para emitir juicios definitivos y la gran apuesta del presidente de la República, la reforma energética, se negocia todavía en el Congreso. No ha sido, hay que decirlo, un año de inmovilidad sino todo lo contrario. Lo que falta es tiempo, creo yo, para comenzar a ver los resultados. Y las consecuencias...

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