Falta política social

Pero el problema principal en el México de hoy no es la tercera edad sino la falta de oportunidades de empleo para las y los jóvenes que, al no poder encontrar ocupación digna y bien remunerada, son carne de cañón del crimen.

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No puedo estar de acuerdo con quienes, por los problemas de inseguridad, han tomado al Gobierno Federal como pie de Buda por no haber resuelto el caos que genera el crimen en el país, que está focalizado en 6 estados de la República, de la misma manera que no coincido con quienes de manera complaciente sostienen que el Gobierno está trabajando bien, argumentando que eso es todo lo que puede hacer o que no se puede hacer nada más.

Ciertamente Enrique Peña Nieto irrumpió de manera sorpresiva al modificar normas y hacer reformas estructurales para atraer la inversión internacional, lo que aumenta las posibilidades de que, bajo circunstancias favorables, genere los puestos de trabajo que se requieren. Darán frutos, ya se dijo, a largo o mediano plazo.

La respuesta de su gobierno sobre seguridad y depuración y modernización de los cuerpos policiacos, aunque no resulta novedosa, parece apropiada, pues rescata las propuestas más sensatas para resolver el problema del crimen que se ha ido acumulando por largo tiempo.

Pero es indudable que eso no es todo lo que se puede hacer, o más bien lo que un gobierno responsable puede hacer, porque hace falta una respuesta capaz  de conectar, de hacer partícipe a la gente, a los más necesitados, con la tarea colectiva del empleo y del desarrollo. Urge una respuesta del tamaño del descontento y la inconformidad que proviene de la situación actual.

Aun considerando, a diferencia del período de Fox, que dilapidó el trigo de las vacas gordas, la gran dificultad que representa la baja en los precios internacionales del petróleo.

El registro más reciente que tengo de una situación similar, incluso más dificultosa por la sombra de ilegitimidad electoral, se dio en el gobierno de Carlos Salinas, donde su respuesta: el Programa de Solidaridad, del que fui personalmente partícipe, logró sumar a las reformas que emprendió la energía de la gente de los estratos menos protegidos, lo que generó condiciones de crecimiento y estabilidad y también fue altamente redituable en términos electorales.

Tanto que los gobiernos frívolos de Zedillo, Fox y Calderón pusieron toda su energía para desmantelarlo, reduciéndolo al puro asistencialismo y al apoyo de los adultos mayores.

Pero el problema principal en el México de hoy no es la tercera edad sino la falta de oportunidades de empleo para las y los jóvenes que, al no poder encontrar ocupación digna y bien remunerada, son carne de cañón del crimen.

Y hace falta una política social, cuyo objetivo sea organización de los jóvenes para  que generen sus propios empleos, pequeñas empresas productivas, con una fuerte inversión del Estado, para armonizar lo de abajo con lo de arriba; condiciones favorables para los grandes inversionistas, con condiciones aceptables para la población más necesitada. Política social que no es ajena al PRI.

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