¡Felices Pascuas!

Tal vez las pascuas de resurrección deban ser más modestas y aplaudir el progreso de la transparencia contra la impunidad.

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Se puede escuchar en Youtube, por ejemplo, el “Stabat mater” de Pergolesi, propuesto por Héctor Orestes Aguilar en Twitter. Con ese fondo inmejorable, hacer la composición de lugar de lo ocurrido, según la tradición, hará más o menos dos mil quince años en un cerro pelón llamado por eso Calvario: un pobre obrero desollado, escupido, crucificado por el poder.

Ahí situados, también puede traerse la imagen crística al presente e imaginar la cantidad de muertos en las guerras de religión del autollamado Estado Islámico. O, para evitar cualquier sectarismo religioso, se puede pensar en muchos otros contemporáneos nuestros muertos en guerras por el petróleo, el odio racial, la simple codicia o la estupidez tan intrínsecamente humana de cualquier asesino.

Desde luego que se puede pensar en el México de hoy, crucificado. Y también en el de ayer. Este ejercicio de imaginación también podría hacerse sin oír a Pergolesi, porque la composición de lugar del Viernes Santo es relativamente accesible para cualquiera en cualquier rincón de la tierra y, me temo, que en cualquier tiempo. Que “las tinieblas cubren la tierra” es parte del imaginario colectivo en culturas disímbolas.

¿Pero la Resurrección? Eso sí está difícil de imaginar, aun con Bach o con el “Gloria” de Vivaldi. ¿Que la luz ilumine alegremente todos los rincones…? 

Para ponernos específicos, imaginar que México se pone de pie, como si no hubiera pasado nada, ¿es posible? Que no haya pasado nada, ¿desde cuándo, desde el año 2000 para acá o desde el siglo XVI para acá, o a partir de qué punto de partida nacional?

La composición de lugar es muy difícil, por imaginativo que sea cada cual, porque ya no se trataría de resucitar sino de comenzar a ser desde un paraíso mexicano inicial. ¿Quizás algún edén subvertido, como ese del que advirtió el poeta: “Mejor será no regresar al pueblo, / al edén subvertido que se calla / en la mutilación de la metralla”?

Tal vez las pascuas de resurrección deban ser más modestas y aplaudir el progreso de la transparencia contra la impunidad.

Que, en la dialéctica corrupción/transparencia, aunque los corruptos sigan luchando por la impunidad que siempre hemos conocido en nuestras tierras, cada día se va exigiendo y logrando una mayor transparencia. 

Eso está bien: ¡felices Pascuas de mayor transparencia para todos!

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