Feminista por conveniencia

Las mujeres hoy son, además de amas de casa, una potencia económica. Cifras del Inegi indican que, en 2011, ellas cubrieron 54.2 del total de 4,627 millones de horas trabajadas en México.

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¿Tú eres feminista?, me preguntó una amiga el sábado pasado –Día Internacional de la Mujer-. No, le respondí, estoy por la igualdad de trato y de oportunidades para todas las personas y eso me lleva a estar del lado de ustedes porque falta un trecho muy largo para obtener eso que ahora llaman equidad de género –no equidad y género, como algunos dicen-, y de que los hombres no hagamos hasta lo imposible por cerrar  los caminos a aquellas que sienten que les están pisando los talones.

Después me puse a reflexionar sobre la pregunta porque la mujer que me la hizo es de aquellas que tampoco se definen como feministas, aunque sí es alguien que da ejemplo de esfuerzo,  entrega y pasión por su trabajo, como lo hacen miles, millones de mujeres en todos los ámbitos de la vida económica, política y social.

Reivindicaciones escandalosas aparte –necesarias, sin embargo, en esta etapa en la que apenas comienzan a sacar la cabeza tras siglos en los que las mantuvimos encadenadas al hogar y esclavas de la familia-, hoy día las mujeres son una fuerza arrolladora con la cual nos conviene aliarnos porque a cada rato nos demuestran que pueden muy bien arreglárselas sin los varones y que hacen mejor las cosas que nosotros, pues ya está visto hacia dónde conduce al mundo la machocracia rampante.

Las mujeres hoy son, además de amas de casa, una potencia económica. Cifras del Inegi indican que, en 2011, ellas cubrieron 54.2 del total de 4,627 millones de horas trabajadas en México, es decir por cada diez horas que laboraron ellas, nosotros apenas lo hicimos 8.5 horas. Sin embargo, del trabajo remunerado ellas apenas realizaron 33.4% contra 66.6% de los hombres (trabajaron más y ganaron menos) y en las labores domésticas ellas invirtieron 78.8 más tiempo que nosotros, que apenas alcanzamos 21.2%.

Se trata de cifras, pero nos están diciendo cuán inequitativo es todavía el mundo dominado por los varones. Sin embargo, no hay que dormirnos en nuestros laureles. Ellas vienen empujando. Y yo voy a hacer todo lo posible por ayudarlas.

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