Fernando Savater sobre Octavio Paz
El arco y la lira ha sido siempre el ensayo que más me ha gustado de Octavio.
Anoche Fernando Savater recibió el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz.
El jueves pude hablar con él sobre el hombre en honor a quien ha sido nombrado el galardón que recibió ayer.
“Qué te voy a decir. Octavio Paz entró en mi vida por medio de una carta, cuando yo tenía como unos 22 años, algo así. Yo había escrito un libro juvenil de filosofía y uno de los capítulos estaba dedicado a comentar El arco y la lira, que ha sido siempre el ensayo que más me ha gustado de Octavio. Y como seis meses después recibí una carta, desde México, de Paz. Me comentaba muy cariñosamente el ensayo, me animaba a continuar. ¡Bueno! Para mí… imagina. En medio de la dictadura franquista, realmente fue como recibir una carta del Espíritu Santo. Le contesté, tuvimos respuesta y ya continuamos siempre. Yo, de hecho, la primera vez de todas las primeras veces que vine aquí, a México, me pagaron, vamos, me pagué el viaje con el pretexto de entrevistar a Paz diciendo que era muy amigo suyo, pero no lo había visto en mi vida.
—¿Muchos años después de esa carta?
—Bastantes, no muchos, pero… ya era después de la muerte de Franco (Savater tenía veintidós años en 1967; Franco murió en el 75). Supongo que fue en el 78, una cosa así.
—Pero habían mantenido algún tipo de contacto.
—Siempre correspondencia, mantuvimos siempre correspondencia. Yo tengo bastante correspondencia con Octavio, y también cuando él venía a España, pues estábamos juntos, íbamos juntos al teatro. Yo recuerdo, por ejemplo, que pasamos juntos la noche de la elección electoral de Felipe González, cuando ganaron los socialistas, estábamos correteando esa noche por ahí, yendo a los centros electorales. Octavio estaba súper entusiasmado.
—¿Qué los acercaba intelectualmente, Fernando?
—Mi caso es el más fácil de explicar, porque le tenía mucha admiración no solamente por su obra, sino porque representaba un cierto ideal intelectual para mí. Es decir, a mí siempre me ha gustado lo intelectual refinado estéticamente, un autor exigente y sofisticado en procedimientos de la expresión, etcétera; pero luego, por otra parte, muy implicado en los asuntos públicos, en la vida popular, es decir, que no tiene, o sea que vive, digamos, una vida elevada pero sin torre de marfil. No se queda en la torre de marfil, sino que está más o menos implicado. Entonces… yo admiraba evidentemente esa imagen.
—¿Lo veías más como ensayista o como poeta?
—Yo lo leí como ensayista. Bueno, pues, como poeta también, naturalmente, porque además era un poco como el sustrato de todo lo que hacía Paz. Digamos que tenía como el basamento, digamos me sonaba a que al fondo de todo eso siempre estaba la poesía, pero yo creo que era un excelente ensayista, sobre todo, porque no era un ensayista farragoso, medio aburrido; no, era un tratadista, hacía verdaderos ensayos, verdaderas miniaturas significativas, expresivas, informativas. Pero ya te digo que no solo era admiración por lo que hacía, sino admiración por lo que era. Ahora, lo inexplicable es que él, de alguna manera, pues me soportaba y, bueno, me ayudaba siempre que podía y me metió a todas sus empresas periodísticas.
—Y ahora un premio con su nombre, de este país con el que ya tienes una relación muy intensa.
—La segunda parte es que, para mí, México no es un pez cualquiera. Mira, es verdad que, por experiencia, sabes que llegas a cierta edad en que empiezan a darte premios. Si duras lo suficiente, empiezan a darte premios que son más bien por la resistencia, no por otra cosa. Y bueno, yo antes comentaba que hay un cuento muy divertido de Adolfo Bioy Casares que se llama ‘Los viejecitos voladores’, que dice que a cierta edad los escritores nos convertimos en viejecitos voladores, que vamos de avión a avión para que nos den premios y nos hagan homenajes. Bueno, pero esto que es así y que uno se lo toma con cierta ironía en este caso. México ha sido un país tan especial para mí ante treinta y tantos años, donde yo he pasado tantos momentos y he tenido tantos vínculos y, bueno, ha transformado mi vida. Realmente, para mí, mi relación con México ha transformado mi vida y, además, pues eso simbolizaba a la persona que más encarnaba esa dimensión, que era Paz. Este premio, para mí, no es cualquier cosa, o sea no. Es más allá del premio, está, un poco, una especie de auto premio al recibirlo.
Fernando Savater, premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz.
Twitter: @puigcarlos