Fortalezas del PAN

A diferencia de sus dos principales contendientes, el PAN es -y aspira a seguir siendo- un partido de cuadros.

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La elección del presidente nacional del PAN, para efectos del espectáculo, resultó anticlimática: tras una campaña con fuertes confrontaciones y descalificaciones, las votaciones se caracterizaron por la ausencia de conflictos significativos, y el proceso concluyó con la aceptación inmediata de Ernesto Cordero del triunfo de Gustavo Madero, misma que fue correspondida con llamados al trabajo partidista conjunto.

El epílogo no es casual, y se corresponde con algunas de las características orgánicas de Acción Nacional, distintas de las existentes en el PRI o el PRD.

A diferencia de sus dos principales contendientes, el PAN es -y aspira a seguir siendo- un partido de cuadros. Esto explica, por una parte, que la pérdida del 80% de sus militantes entre 2012 y 2013 no se haya traducido en una crisis de funcionamiento ni haya generado un clima de linchamiento hacia su presidente, hoy reelecto: los panistas no aspiran a incluir en su organización a tanta sociedad como sea posible, sino a dirigirla.

La pérdida de militantes, especialmente en el contexto de la pérdida de la Presidencia de la República, no es vista como un problema mayor y en realidad no afecta gravemente la capacidad funcional del partido. Por otra parte, con los años, esta condición ha generado un importante segmento de militancia muy sólida y de larga data, que ha transitado desde ser hasta volver a ser oposición, y que no se vio mermada en la misma proporción que el conjunto del padrón panista.

Estos hombres y mujeres que por décadas han sostenido a su partido tienen por él una lealtad por encima de la dinámica de facciones, y han hecho propios los acuerdos políticos plasmados en estatutos y reglamentos.

Superado el proceso interno y habiendo asumido los grupos contendientes sus resultados, las expectativas electorales del PAN parecen mejorar, pues está en condiciones de ofrecer a sus votantes un frente común y jugar ante ellos el papel de oposición conservadora razonable, al tiempo que mantiene una posición de negociación cómoda frente al gobierno federal, que requiere de los votos blanquiazules en el Congreso para sacar adelante su proyecto político que, además y especialmente en lo económico, parece copiado de los documentos básicos panistas de los años ochentas.

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