Garabatos y abismos

La trama de la novela 'Garabato' de José Castillo Baeza versa sobre Pedro Stepanenko y su obsesión por dilucidar el origen de los signos, de la escritura...

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“Garabato” (Sedeculta, 2014), de José Castillo Baeza, una novela –o, por su extensión, nouvelle-, explora cuestiones lingüísticas y semióticas a través de una narrativa salpicada de tintes fantásticos, cuyos afanes son ambiciosos y lejos del realismo acostumbrado por los escritores mexicanos. 

La trama versa sobre Pedro Stepanenko y su obsesión por dilucidar el origen de los signos, de la escritura, ya que a medida que se remonta a la historia, comienza a atribuirle una génesis divina, de tal forma que nosotros, los seres humanos, sólo podemos garabatear mientras el creador escribe. 

Esta búsqueda frenética comienza a rozar una aparente locura, misma que lo enajena de su mujer, Julia, incapaz de comprender sus fijaciones y desvaríos. Sin embargo, al desarrollarse la novela en distintas situaciones geográficas y temporales, el lector se ve sorprendido al acceder a otros mundos tanto filosóficos como imaginarios: “Por eso toda nuestra escritura es un garabato, Julia, y si no me crees, […] dime: ¿Qué pasa cuando escribes sobre escritura?”

Castillo Baeza recurre a la mise en abyme (puesta en abismo), recurso socorrido en la pintura a través de la inclusión de espejos para generar una sensación de “abismamiento” mediante la perspectiva y la distancia (El matrimonio Arnolfini, Las meninas) y que a últimas fechas varios escritores han incorporado en sus tramas metanarrativas, es decir, un libro dentro de otro libro, una narración dentro de una narración: “Es el libro quien lee otro libro. Pero, en un juego doble de espejos, la realidad siempre queda en medio. Entonces, ¿a qué reflejo pertenece?”.

“Garabato” también incorpora elementos simbólicos recurrentes, como los mencionados espejos y reflejos, o el agua y sus cauces, elemento siempre presente y que preconiza que nuestro mundo está hecho de la tinta de la escritura de Dios: “Y mientras tanto, con el agua lavando su piel entintada, Pedro Stepanenko escribe las últimas notas en el cuaderno sin saber que Julia no sólo lee lo que escribe sino también lee que él escribe”.

Lo anterior no sólo contribuye a emparentar a José Castillo con la tradición latinoamericana (en su libro de cuentos A la espera, sus relatos son evidentemente borgianos, e incluso, tenemos un primer atisbo de su personaje Stepanenko), sino que lo pone a la par de la estirpe literaria contemporánea de Europa oriental, como Goran Petrovic y Milorad Pavic, cuyos experimentos hipertextuales y tramas imbricadas que discurren sobre los mundos escriturales han puesto la barra alta, justo como esta publicación que coloca a Castillo Baeza como el escritor menor de 30 años más interesante de la región peninsular.

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