Gente bien y así

De acuerdo: la decisión de remover al director de Profeco, Humberto Benítez, fue la correcta, pero que no sea llamarada de petate, que no sea la única, que sea una política y no una reacción...

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Los ciudadanos de primera y los de segunda, los de arriba y los de abajo, los fresas y los nacos, la gente bien y los proles. En Mérida: los del norte y los del sur. Aquí algunos ejemplos de cómo hemos querido hacer distinción entre los grupos sociales.

Es común que los primeros -más privilegiados que los segundos, siempre o casi siempre-,  protagonicen historias de excesos y abusos de poder.

Como ejemplo tuvimos en días recientes el capricho de la hija de un funcionario de alta  jerarquía que creía tener el mundo a sus pies. Situación que, por cierto, para mala suerte de algunos fue altamente exhibida en Twitter.

El malestar de los cibernautas hizo que saltaran chispas en la red social, y no dudo que esta presión haya tenido que ver con la decisión de cesar del cargo a Humberto Benítez Treviño, hoy extitular de la Profeco; y de quien, por cierto, se sabe que solía ser del grupo cercano del presidente Peña.

Personal a cargo del señor quiso cumplir un deseo más de su hija ordenando cerrar un restaurante, según porque no le atendieron como ella se merecía. Claramente el personal no midió las consecuencias y el castigo del presidente fue ejemplar, no le tembló la mano al remover del cargo a Benítez.

A través del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, mandó un mensaje claro a los funcionarios públicos: “Están obligados a desempeñarse con ético y absoluto profesionalismo”. Que lo cumplan o no, eso ya es otra cosa.

Aún con las disculpas de Benítez y las de su hija, el desprestigio ocasionado por la  #LadyProfeco es un precio que el Gobierno federal no estaba dispuesto a pagar, tolerar una situación así dañaría permanente la imagen de la institución. Como dice Carlos Puig, los funcionarios rinden cuentas. No piden disculpas.

El influyentismo nos molesta y los abusos de poder nos indignan. Esta postura de sancionar y castigar a los malos funcionarios debería convertirse en un programa permanente. Quisiera pensar que detrás de este pequeño castigo hay un mensaje más: las viejas prácticas quedarán atrás.

Mientras tanto, algunos seguiremos suplicando: ¡por favor, que la #LadyProfeco se dé una  vuelta a todas las empresas de telefonía y bancos!

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