Gobernación, ese pueblo mágico
Osorio Chong salió de la intimidad de su despacho para negociar con el movimiento politécnico. Insólito porque lo usual es mandar granaderos .
¿Pues qué, estaban bajos los efectos nocivos de algún estupefaciente?, fue lo primero que pensé cuando la Procuraduría de Justicia de Guerrero reveló que era muy probable que los mismos policías que habían disparado contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa fueron los que soltaron 200 balazos contra el camión que transportaba al equipo de futbol, Los Avispones. Y es que solo así se explica que en un homenaje hardcore a la leyenda de San Juan Canoa, como rindiéndole culto al Batallón Olimpia, inspirados en la nostalgia brava de la guerra sucia, a este grupo de uniformados de gatillo fácil se les hizo todavía más fácil salir a poner orden y progreso al estilo Villas de Salvárcar a una zona a la que seguramente ya veían muy desbalagada.
Es decir, mientras el munícipe de Iguala, el señor Abarca, bailaba el “Mariachi loco” o el “Payaso de rodeo”, elementos de seguridad adscritos a su demarcación, con una pequeña ayuda de supuestos comandos de origen muy oscuro, decidieron superar en materias represivas a sus homólogos chinos que en Hong Kong. Mucha quejumbre internacional por los métodos harto rudos, rudos, rudísimos de los analfabestias granaderos orientales frente a la llamada “Revolución de los paraguas” que edigé algo tan demodé en el mundo como la democracia, lo que ocurre en los pueblos mágicos guerrerenses deberían transformar radicalmente lo que de manera conceptual se entiende por re-re-represión.
Pero para pueblo mágico en el que se convirtió Gobernación cuando, contra todos los pronósticos, Osorio Chong salió de la intimidad de su despacho (lo cual es muy extraño porque siempre pensé que como nunca se arreglaba nada ahí, en el Palacio de Covián solo despachaba el fantasma de Canterville) para negociar con el movimiento politécnico. Insólito porque lo usual es mandar granaderos y luego averiguar, o a la Salinas: no ver ni oír hasta que se pudre la cosa. O sea que esta vez el gobierno sí contó bien y se dio cuenta que no eran uno ni mucho menos cien. Claro que el secretario quizó arreglar las cosas como Fox, en 15 minutos, pero estos asuntos son más de largo aliento, y los estudiantes lo saben.
Después se soltó el borrego de que #YOLO Yoloxochitl Bustamante, ese pueblo mágico ambulante, renunciaba hasta que el IPN desmintió como si hiciera falta: es obvio que es una walking dead.
Me pregunto qué pensarán todos los secres de Gobernación del pasado, de Echeverría al inspector Poiré que no Poirot frente a todo esto: “¿Y si hubiéramos salido a escuchar...?
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