Gracias por salvarme la vida
Los errores los cometemos todos en la vida. Que el comisionado Castillo le eche ganas y ojalá que todo termine bien.
Un aforismo sobre el conocimiento dice que hay dos clases de paradojas: las de contradicción (lo que veo contradice lo que comprendo) y las de incompletitud (no comprendo lo que veo o no veo lo que comprendo).
¿A qué el cuento? Hace 70 días, cuando se paseaba por las zonas violentas de Michoacán con el comisionado Alfredo Castillo, Hipólito Mora, el padre de las autodefensas, fue acusado de asesinar a dos personas y acabó en la cárcel. Acusó al comisionado de traición.
Salió el viernes bajo las reservas de ley. Ayer, cuando decidió contar algo, respondió así a la pregunta de si seguía pensando que el comisionado Castillo lo traicionó: “Allá en la cárcel uno está encerradito las 24 horas y tiene tiempo para analizar todo de lado a lado e, increíblemente, le doy la razón al gobierno por haberme detenido.
—¡La razón!
—Sí, porque más o menos me imagino por qué me detuvo. La verdad es que mi vida estaba en riesgo, las cosas estaban muy calientes, había muchos problemas.
Según estoy entendiendo, el comisionado lo encarceló para salvarle la vida.
—¿Fue para que no lo mataran? —le pregunto a Alfredo Castillo.
—No, claro que no —responde—. Pero acepto que el acomodo de las cosas puede hacer que él piense así.
—¿Está satisfecho con el trabajo del comisionado Castillo, Hipólito?
—Sí, sí —responde—. Los errores los cometemos todos en la vida. Que el comisionado Castillo le eche ganas y ojalá que todo termine bien.
Michoacán 2014: las grietas de la información se rellenan con pasta de imaginación. Y buena fe.