Guardiola y Kaspárov en Tierra Caliente

Capacidades contra concentración. Desgaste, sufrimiento y cálculo de posibilidades podrían describir a Alfredo Castillo.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Alfredo Castillo, el comisionado federal en Michoacán, es un fanático, apasionado del deporte. Lo practica, lo sigue, lo analiza, hasta de vez en cuando ha escrito de él. Sabe nombres, anécdotas, récords de muchas disciplinas.

Ayer, cuando llegó a MILENIO para una larga entrevista que pasó ayer y terminará hoy, mientras nos ponían micrófonos me habló del Barcelona y sus líos actuales y de cómo se extrañaban los tiempos de Guardiola como entrenador.

Terminando la conversación con Castillo, de escuchar sus explicaciones, sus narraciones de los arrestos de Mireles, Mora y El Americano. De su insistiencia en que el asunto ya no es de crímen organizado, sino de “conflictividad social”, yo pensé también en Guardiola.

En particular en una anécdota con la que arranca el libro Herr Pep, de Martín Perarnau.

Es octubre de 2012. En Nueva York cenan Garry Kaspárov y Pep Guardiola con sus mujeres.

“Garry Kaspárov agitó la cabeza mientras terminaba el plato de ensalada. Por tercera vez empleó las mismas palabras: “Es imposible”. En esta ocasión lo dijo con un punto de irritación en la voz. Pep Guardiola insistía en preguntarle las razones por las que consideraba imposible competir con el joven maestro Magnus Carlsen, el más prometedor ajedrecista del momento”.

Guardiola insistía hasta la impertinencia.

“¿Por qué un maestro legendario como Kaspárov, cuyas capacidades son soberbias, consideraba imposible batir a un rival? Fueron Cristina y Daria, las esposas, las damas de aquel tablero neoyorquino, quienes permitieron resolver el enigma. Llevaron la conversación de nuevo hacia la pasión, de ahí pasaron a la exigencia y el desgaste emocional y, finalmente, desembocaron en la concentración mental. “Quizá sea un problema de concentración”, sugirió Cristina. Daria dio la respuesta: “Si fuese una sola partida y durase solo dos horas, Garry podría vencer a Carlsen. Pero no es así: la partida se alargaría cinco o seis horas y Garry ya no querría pasar otra vez por el sufrimiento de estar tantas horas seguidas con el cerebro a toda máquina calculando posibilidades sin descanso. Carlsen es joven y no es consciente del desgaste que esto supone. Garry sí, y no querría volver a pasar por lo mismo durante días y días. Uno lograría estar concentrado dos horas y el otro, cinco. Por eso sería imposible ganar”.

Capacidades contra concentración. Desgaste, sufrimiento, cálculo de posibilidades. En eso me quedé pensando cuando se fue Alfredo Castillo.

Lo más leído

skeleton





skeleton