La guerra mediática

Algunos especialistas comparan el uso de los 'bots' con la práctica del acarreo que en muchas ocasiones utilizan personalidades, empresas e incluso partidos políticos...

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Con el auge de las redes sociales se hace cada vez más frecuente escuchar sobre los “bots”,  en referencia a cuentas falsas, usuarios fantasmas y ataques masivos para enviar mensajes o reforzar ideas que se vierten en dichas plataformas para “inclinar balanzas” de opinión en la llamada nueva guerra mediática.

No hace más de una semana leía cómo usuarios y medios denunciaron que cuentas falsas de Twitter, Facebook y WhatsApp alimentaron saqueos en México, tras el llamado gasolinazo que entró en vigor a principios de año, así como señalamientos de que en realidad fue el mismo gobierno el perpetrador de las acciones para desprestigiar las manifestaciones.

Algunos especialistas comparan el uso de los “bots” con la práctica del acarreo que en muchas ocasiones utilizan personalidades, empresas e incluso partidos políticos para mejorar o vender su imagen. La mecánica de su funcionamiento es principalmente  la reproducción masiva, aunque en muchas ocasiones es difícil demostrar a los autores intelectuales.

Recuerdo un artículo del sitio electrónico de Forbes, en donde destacaban cómo artistas que aparecen en las redes sociales con millones de seguidores en realidad no tienen ni la mitad de fans reales en sus cuentas como quieren hacen creer, según Fake Follower Check.

En el mundo del marketing, por ejemplo, los “bots” se han vuelto aliados de las marcas, lo que les permite vender mayor publicidad, bajo la premisa  de su crecimiento en las redes sociales, donde la intención es mostrar que se es más popular de lo que la realidad dice. 

También ayudan en la atención a los usuarios, imitando respuestas humanas a dudas comunes que se pueden programar (esto sería el lado positivo de los mencionados “bots”).

Recuerdo otro artículo publicado en el sitio Hipertextual que recalcaba que los “bots” son el pan de cada día principalmente en Twitter, donde los blancos más comunes son periodistas, comunicadores y activistas.

Como si no fuera complicado el mundo real, ahora todo lo anterior viene a abonar en nuestra cada vez más transitada y veloz vida virtual y por lo pronto no hay forma de protegerse.

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