Guerrero no es así

Preocupa la situación de anarquía y violencia que vive la entidad por la demanda de justicia por los normalistas de Ayotzinapa.

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Literalmente, Guerrero se ha calentado, arde, como los automóviles y edificios vandalizados jornada tras jornada desde hace algunos días. Es entendible la ira, el coraje, la impotencia por no encontrar a sus muchachos de Ayotzinapa, pero es injustificable esta violencia que impacta no sólo a los presuntos responsables, sino también a la economía de ese estado y por ende a su gente.

Indigna y preocupa la situación que se vive en esa entidad, porque la demanda de justicia de los padres de los normalistas desaparecidos se ha vuelto anárquica y violenta en extremo, y ha contaminado a Michoacán, Oaxaca, Chiapas y la ciudad de México –por ahora– dejando una estela de odio que crece y crece sin que nada ni nadie lo impida.

Mientras los gobiernos (federal y estatales) se deciden a poner un alto a ese escenario, la incertidumbre atiza el fuego; se aviva la ira mientras se desvanece la esperanza por hallar con vida a los 43 jóvenes estudiantes, lo que es casi imposible ante las confesiones de algunos detenidos, las evidencias halladas en las fosas y los eufemismos del gobierno al considerarlos desaparecidos.

¿Qué pasará cuando se diga oficialmente que los normalistas no están vivos? Si bien los padres han dicho que aceptarán el resultado de la investigación de los forenses argentinos, ¿cómo reaccionarán? ¿Las autoridades están preparadas para ese momento?

Por lo pronto, el mundo está atento a lo que ocurre en el país, pese a que se intente focalizar el problema a un solo estado, la prensa habla de un México violento. Organismos internacionales ya tienen injerencia directa en el caso, pero ¿bastará para apagar el fuego en Guerrero?    

Guerrero no es así, nos repetimos. Conocimos otro, el de gente trabajadora, amigable, hospitalaria, alegre, la que canta y baila, desde la montaña hasta la cosa, de la Costa Chica hasta Tierra Caliente.

Ese es el estado y la gente que recordamos, y al que nos gustaría volver… cuando el fuego se apague.

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