Este sintagma, propio del lenguaje jurídico, proviene de la expresión latina habeas corpus ad subiiciendum “que tengas tu cuerpo para mostrar”, “que tu cuerpo sea mostrado”, y se emplea para denominar el derecho de un ciudadano que está preso a comparecer en forma pública e inmediata ante un juez, para que éste resuelva si su detención fue legal y si debe ser puesto o no en libertad.

La primera vez que se empleó esta expresión fue en la Carta Magna arrancada por los nobles ingleses al rey Juan Sin Tierra en 1215.

La locución hábeas corpus ha sido castellanizada, por lo que se escribe con tilde, de acuerdo con las normas de nuestra lengua para las palabras esdrújulas. Fuente: La palabra del día, de Ricardo Soca, visible en: http://www.elcastellano.org/palabra.php?q=Habeas+corpus, consulta: 17 de mayo de 2013.

La columna Viernes Cultural y el transcriptor, jueces hoy, elegantemente vestidos de toga, entablan diálogo jurídico. Veneran la institución mexicana del amparo, debido al genio de D. Manuel Crescencio García Rejón y Alcalá. En eso, el transcriptor tiene un momento, efímero, de iluminación y murmura:

“Hábeas corpus, corpus… corpus… Sí, que me traigan de inmediato, ipso facto, el cuerpo de Abigail, y el de Pilar, Leonor, Judith, Miriam, Silvia, Eugenia… es preciso que me sean mostrados sus cuerpos”.

La columna Viernes Cultural se extraña: “Qué te pasa, transcriptor, ¿estás zafado? ¿Estás inter pocula? (el latinajo es “entre copas”). ¿Cómo, todas juntas?

Inquieto, el transcriptor, dicta jurisprudencia: “No, de una en una… primero un cuerpo, luego el otro, y así sucesivamente, en este caso, los expedientes de hábeas corpus no son acumulables, hay que admirarlos separada, pausada y reposadamente…”