Hablando de huracanes

La temporada de huracanes comienza y con ella la preocupación de lo que puede provocar la falta de compromiso de la ciudadanía ante la amenaza de un ciclón...

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La temporada de huracanes comienza y con ella la preocupación de lo que puede provocar la falta de compromiso de la ciudadanía ante la amenaza de un ciclón. Y es que, en días previos al inicio formal de la época que corresponde al Atlántico, escucho decir que en Cancún hicimos “el oso” porque se suspendieron las clases durante una alerta el año pasado y resulta que el ciclón no destruyó nada.

Entonces me pregunto, ¿qué pasa con todos los años que llevamos tratando de hacer conciencia sobre cómo actuar antes, durante y después de un huracán? Creo que este asunto de estar preparados ante cualquier contingencia y comenzar a dejar una despensa lista, tener en casa velas, baterías y demás para no caer en las llamadas compras de pánico es solamente una labor de prevención que beneficia.

Pensaba que este asunto de saber lo que debemos hacer antes de una contingencia es como un seguro de gastos médicos mayores, hay que pagarlo, pero ojalá que nunca necesites usarlo.

Como dicen quienes venden póliza: hay que pensar en que es una inversión, no un gasto en nuestra economía, porque si se llega a necesitar y resulta que no lo pagaste, a la larga el costo es mayor.

Quienes hemos vivido en medio de un mal tiempo como Gilberto, que costó en 1988 unos 567 millones de dólares, o bien Isidoro en 2002, que dejó pérdidas por 308 millones de dólares, o por supuesto Wilma en 2005, que causó daños por los 1,752 millones de dólares, sabemos que todas las precauciones son buenas, y no son pocas, para evitar las lesiones aun materiales.

Son muchos números que se acumulan a lo largo del tiempo, muchas las responsabilidades que tenemos todos los días, pero es importante saber que hay que asegurar ventanas y puertas, objetos colgantes, tanques de gas y cualquier otro objeto que pudiera convertirse en un proyectil, pero sobre todo hay que estar atentos a los mensajes que las autoridades envían a través de los medios de comunicación ya que la mejor forma de mantenerse a salvo es estar bien informados.

Tengo un amigo que me enseñó a aportar dos objetos a una despensa cada quince días a fin de tener siempre un buen abasto en su vivienda -que considera segura- en caso de que un ciclón llegara a la ciudad y es que su trabajo está relacionado con la transportación de turistas, por lo que no se puede dar el lujo de salir a comprar a cualquier hora.

Decidí seguir su ejemplo y al final se vuelve hasta cómodo, porque tienes cosas que puedes ir consumiendo y sustituyendo conforme avanza la temporada, y al mismo tiempo sentirte siempre segura.

La lista es interminable sobre las medidas precautorias como desconectar aparatos eléctricos y guardar documentos en un contenedor contra agua o impermeable para llevarlos en caso de tener que abandonar la casa, o bien tener los teléfonos de Protección Civil, así como un refugio identificado en caso de necesitarlo.

Pero me parece que lo más importante es permanecer bajo el resguardo de la casa y abandonarla sólo si las autoridades así lo determinan, y no hacer caso omiso a otras  alertas. Ninguna precaución estará de más cuando se trata de salvar la vida.

No importa que los demás digan que hicimos “el oso”. Creo que si hubo una alerta que tuvo un fin diferente al de horas de vientos huracanados, es una oportunidad que la sociedad debe aprovechar de ver como entrenamiento para cuando se presente la verdadera situación de emergencia.

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