Hay que caer en las redes

Los periodistas tenemos en las redes sociales un reto gigante. Es casi un suicidio profesional decir: no me interesan, no las necesito.

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Las redes sociales no calumnian, no ofenden, no destruyen famas ni atacan. No son un engendro del demonio ni execrables instrumentos del capitalismo galopante (recuerden que al izquierdoso Maduro le habla un pajarito azul), ni son crueles y desalmadas. 

Las redes sociales, al contrario, son una creación magnífica de la inteligencia que nos permite estar en contacto inmediato con un ser humano hasta en el más remoto rincón y conocer y dar a conocer lo que ocurre en cualquier ámbito.

Pocas diferencias hay –quizá la única sea la inmediatez de milisegundos con que funcionan- entre las redes sociales, la radio, la televisión y la prensa escrita. Por las redes sociales nos enteramos, en el momento en que suceden, de todos los acontecimientos, sea que pasen en la esquina de la casa o en la más alta cumbre del Himalaya. La censura hasta hoy no ha podido acallarlas.

Quien hoy día no tiene una cuenta -o no la usa si la tiene- en alguna red social –máxime si es periodista- tiene pocas posibilidades de éxito en la vida profesional. Saber leer e interpretar lo que en las redes sociales ocurre es hoy día casi tan indispensable como respirar. También cuidar qué se pone, porque luego ya no se quita.

Los periodistas tenemos en las redes sociales un reto gigante. Es casi un suicidio profesional decir: no me interesan, no las necesito, son para gente que no tiene que hacer y anda poniendo hasta cuántas veces fue al baño y si hizo bien o está estreñida. 

Nuestro reto como periodistas es darle contenido a las redes sociales. La noticia tiene que ser reinterpretada, porque por medio de esos maravillosos vehículos de comunicación nos llegan a la velocidad de la luz todos los acontecimientos. Tarea nuestra es diseccionarla, explicarla y ponerla en sus necesarios contextos.

Bienvenidas las redes sociales. Son un reto como en su momento lo fueron la radio y la televisión para la prensa escrita. En hacerlas nuestras aliadas nos va la permanencia. Eso sí: hay que estar conscientes de lo que se pone para que no le pillen a uno en posiciones incómodas.

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