Hay esperanzas en la contaminada Bahía

Han hecho poco, muy poco. Casi nada. La contaminación en la Bahía de Chetumal ha sido reportada durante años...

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Han hecho poco, muy poco. Casi nada. La contaminación en la Bahía de Chetumal ha sido reportada durante años, aunque las autoridades apenas comienzan a intervenir en serio. 

En sus cada vez más turbias corrientes aparecen flora y fauna con signos evidentes de intoxicación por residuos fecales y de metales pesados allí detectados. En esta área natural protegida desde 1996 mueren peces, aves y mamíferos -denominados “orgullos de Quintana Roo”-, cuyos decesos se vinculan más con la baja temperatura del agua en ciertas estaciones que a la contaminación, en un intento por apaciguar el ánimo exacerbado de los ecologistas. 

Un artículo publicado en Novedades Chetumal el pasado lunes 12 activó la más reciente alerta de actores asociados al medio ambiente. El Colegio de la Frontera Sur ha presentado informes desde hace una década tratando de encontrar la cantidad y calidad del material nocivo; en precisar sus efectos provocados por el cambio climático, y en intentar mover conciencias para frenar lo que muchos suponen una degradación irreversible.

Algunos fijan el inicio de la contaminación en la Ribera del Río Hondo, donde no hay drenaje sanitario; otros lo sitúan en las comunidades agrícolas donde herbicidas y plaguicidas son de uso común, y hay quienes culpan a los negocios del bulevar por derramar aguas negras y líquidos dañinos. Por las características de los establecimientos instalados en el bulevar, compete a la Dirección de Ecología verificar que estos cumplan las disposiciones relativas a las descargas de aguas residuales en la red.

Lo cierto es que todos suponen las múltiples causas, pero nadie presenta las soluciones viables en el corto plazo. Algunos parecen actuar motivados más por acceder a un fondo de investigación o incluso por un afán protagónico, que por remediar el ecocidio en el extenso corredor, donde las familias suelen pasear o ejercitarse.

La Procuraduría estatal del Medio Ambiente, creada en 2011, tiene un programa de manejo vigente en el área. Por lo mismo, y pese a que Ecología municipal debe investigar a los establecimientos del bulevar, dicha Procuraduría programará recorridos en forma conjunta a efecto de prestar apoyo jurídico y asesoría técnica para iniciar o concluir los procedimientos en caso de comprobar que el daño pueda ser competencia de la autoridad estatal. 

La Procuraduría Ambiental y la Secretaría de Marina son los grupos más comprometidos con la conservación de las aproximadamente 280 mil hectáreas sujetas a conservación, aun cuando todavía resultan insuficientes los esfuerzos de monitoreo y control.

¿Qué hacer? Trabajar a conciencia, no con interés condicionado. Cada estudio cuesta determinada cantidad de dinero, que bien podría invertirse en acciones para limpiar la bahía o desacelerar el proceso contaminante. Después de 10 o más años es imposible no saber con precisión qué sucede. 

Simultáneamente debe agruparse a los organismos de los tres niveles con injerencia en la materia para colocar a disposición un fondo económico, recursos humanos y material científico técnico suficiente para emplearlos. 

Después será necesario definir las soluciones más expeditas, no las obras tasadas en millones y que permanecen inconclusas, en el archivo muerto.

A ello debe sumarse la acción de grupos voluntarios, que podrían colaborar en una tarea que le compete a la autoridad, pero que necesita el apoyo de ciudadanos. Como en Cancún, donde cientos de ayudantes dejaron sin basura varios kilómetros del sistema lagunar Nichupté, recientemente. Lo mismo puede aplicarse en el bulevar, que da pena los fines de semana.

De continuar esta degradación, en poco tiempo pasará de ser un “Santuario” a un “camposanto”.

En apariencia el remedio está a la vista: mientras la autoridad cumpla su obligación y éstas cuenten con manos amigas, no todo está perdido.

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