La ciencia ficción se equivocó. Historias como la de X-Men nos hicieron la promesa vacía de que algún día mutaríamos hasta desarrollar habilidades superiores, como una super fuerza y velocidad, capacidad de volar o la telepatía.

Sin embargo, pese a que existen personas que pueden doblar martillos, como Dennis Rogers; estirar su piel de goma, como Garry Turner, y escalar paredes como un auténtico hombre araña al estilo de Jyothi Rai, la mayoría de las mutaciones genéticas son perjudiciales para el organismo.

Las películas taquilleras de superhéroes demuestran nuestra desesperación subconsciente de ser más poderosos y la respuesta, por ahora, tampoco está en la ingeniería genética, detenida por el debate moral.

Mi pregunta es, ¿por qué no apreciar lo que ya nos hace superiores? Aquellos nacidos desde la década de los 80 pueden presumir ser  “nativos digitales”, pues crecieron con una tecnología desarrollada y a su alcance.

Computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas, los niños parecieran dominar mejor que nadie estas herramientas sin -aún más impresionante- entrenamiento previo. Pareciera que nacieron con esta habilidad, una especie de “adaptación evolutiva” que hace honor a la definición que les adjudicó Mark Prensky: homo sapiens digitales.

Podemos dominar la tecnología (y muchos inmigrantes digitales mayores de 35 años también), pero ¿qué están haciendo esos millones de jóvenes con esta ventaja evolutiva innata?

Las estadísticas dicen que, al menos en México, 70 por ciento del tiempo en línea lo destinan a las plataformas de redes sociales. Si sobra algo revisan su e-mail o googlean, pero el 25 por ciento de las búsquedas son de material erótico o pornográfico.

Podrían estar cambiando el mundo, pero prefieren Facebook, Twitter, YouPorn y juegos como Candy Crush y Preguntados (que los convierten en ludópatas digitales).

No todos. Algunos han transformando al mundo usando herramientas digitales tan comunes como Google y Wikipedia, pero aprovechándolas adecuadamente. Son superhéroes digitales y no están en ninguna historia de ciencia ficción, están entre nosotros.

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