Herencia maldita

El senador Ernesto Cordero y el nuevo coordinador Jorge Luis Preciado están entrampados en un tema que no puede soslayarse.

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El bochornoso espectáculo de los senadores del PAN y de algunos conspicuos panistas puede tener un desenlace virtuoso. No es exclusivo del PAN ni de esta legislatura el uso discrecional de los dineros por las coordinaciones parlamentarias. Lo que ocurre en el Congreso es una herencia maldita que se llama maiceo. Los coordinadores mantienen la disciplina de sus integrantes a través de la asignación clientelar de beneficios como son viajes, dineros, asesores, “facilidades” para la gestión parlamentaria, etcétera.

El senador Ernesto Cordero y el nuevo coordinador Jorge Luis Preciado están entrampados en un tema que no puede soslayarse: los legisladores reciben cantidades cuantiosas sin que estén asociadas a ningún trabajo o quehacer. No se pueden disponer y “dispersar” 15 millones de pesos a la ligera si esto no fuera práctica normal o regular.

Lo que es peor, en la desesperación para justificar los recursos dispuestos se ha dicho que su destino fue para apoyar a los procesos electorales locales, lo que plantea un problema serio de legalidad ya que esos recursos se deben reportar como gasto de campaña, además de que allí queda la hipótesis de desviación de recursos públicos para fines electorales, ya que no ocurrió como lo ha hecho el PRD, que los legisladores realizan un donativo transparente al partido para que éste disponga los recursos que son reportados al IFE.

La herencia maldita debe concluir. Lo que ha dicho el senador Javier Corral puede ser una salida venturosa para su fracción y para el Congreso: la transparencia total de los recursos del Congreso y de todas las fracciones parlamentarias. La representación legislativa no debe ser dominada por la opacidad. Son recursos públicos sobre los que se deben rendir cuentas.

La Corte no encontró los argumentos para declarar la inconstitucionalidad de la norma que permite no conocer las declaraciones patrimoniales de los legisladores. Lo menos que se puede hacer es que se transparente el gasto que realiza la Cámara y las fracciones, aunque esto pudiera complicarles la vida a quienes coordinan los grupos parlamentarios. 

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