Holocausto de migrantes

La Bestia no tiene festejo, más bien tiene elecciones, y me refiero a “la Bestia” del neoliberalismo...

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La Bestia no tiene festejo, más bien tiene elecciones, y me refiero a “la Bestia” del neoliberalismo, como forma social y política de generar más individuos pobres y menos individuos ricos pero muy ricos, no al tren que transporta migrantes desde la frontera sur en Chiapas hasta al Distrito Federal.

En el estado de Quintana Roo la migración centroamericana es casi invisible, y no se nota mucho, pues los individuos de Guatemala, El Salvador y Honduras no se distinguen de los chiapanecos y tabasqueños, pero estos son los que realmente han levantado con el sudor de su frente los grandes edificios del polo turístico más grande de este país.

Los migrantes viven un verdadero holocausto, ya que son traídos de sus lugares de origen por contratistas en autobuses tan viejos como peligrosos y los mantienen trabajando hasta 12 horas, comen galletas de soda y una Coca de litro, los mantienen en galerones del otro lado de las obras, de un rotoplas toman agua y se bañan al final de la jornada; si se enferman nadie los atiende por que no están registrados en el IMSS aunque en la obra trabajen por meses y sea de los pisos que sean las construcciones. 

En mi archivo encontré una nota de hace aproximadamente 10 años: la Sub delegada en Puerto Aventuras, en la entrevista me comentó que tenía problemas constantes con los  indocumentados que trabajan en los hoteles como albañiles porque se mueren de tuberculosis y ella los tiene que sepultar en una fosa común porque no tienen ninguna identificación; lo mismo pasa con los accidentados.

Pero también en el polo turístico están los migrantes mexicanos que básicamente trabajan en el ramo de la construcción sin ninguna prestación; los que regresan a sus comunidades a morirse de sida, que pese a que perecen en horas de trabajo en la obra, sus familias se quedan totalmente desprotegidas y cuando bien les va los contratistas les mandan su pueblo al difunto.

Muchas veces los contratistas desaparecen y no les pagan, por lo que tienen que acudir a las autoridades en turno para que les apoyen y los regresen a sus lugares de origen; otras veces se traen a sus familias a vivir como paracaidistas, invasores y viven en condiciones infrahumanas en las inmediaciones de Cancún y Playa del Carmen, pero este aspecto podría ser el menos peor, porque también está el del crimen organizado.

Hace algunos años también un obispo anunció que en Playa del Carmen construirían un albergue para migrantes pero todo quedó en buenas intenciones y hasta ahora sigue dividida la abundancia y la miseria por la Carretera Cancún-Tulum como lo hizo por 28 años el Muro de Berlín.

Desventaja

Pero los migrantes centroamericanos no son los únicos en Quintana Roo, también los hay cubanos, estadounidenses, europeos de Oriente Medio y hasta asiáticos, con otro estatus aunque no dejan de ser migrantes y como en cualquier parte del mundo, un migrante siempre estará en desventaja en el nivel que sea, salvo los empresarios a los que se les cuadra cualquier gobierno.

Por otro lado, hace unos días durante la presentación del reporte “Narrativas de la transmigración centroamericana”, el primero que elaboran siete albergues comunitarios en seis entidades del país, Solalinde Guerra explicó que los indocumentados sufren un “holocausto, porque pareciera que estuvieran expuestos a todo tipo de violencia, de principio a fin, desde que salen de sus países de origen y cuando llegan a México, donde tenemos un cálculo de 10 mil migrantes desaparecidos, que es una cifra baja comparada con la realidad”.

De ahí que cuando hablamos de migrantes, siempre asociamos a “la Bestia” ese tren que transporta a miles de individuos hombres y mujeres, jóvenes y niños, con miles de historias tan dolorosas, pero no pensamos en la bestia que es una fábrica de hambruna humana que es el neoliberalismo, donde a los gobernantes lo que menos les importa es la creación de empleos para la población.

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