Homenaje a un tipo de palabra derrotado por el horror y la grilla
No conozco a un solo directivo de alguna organización de derechos humanos que piense que de algo han servido la subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos y su titular.
A principios del sexenio, la subsecretaria Lía Limón, que venía del IFAI, del PAN, de las estancias infantiles, de querer ser delegada, de sus broncas con el PAN, fue premiada por el presidente Enrique Peña Nieto y por Miguel Ángel Osorio con una subsecretaría en Gobernación: la de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos. ¿Por qué no?
Alguien debe estar pagando un favor, porque experiencia en el asunto no se le conocía.
La subsecretaria Limón tardó pocos días, algunas semanas en meterse en más líos de los necesarios cuando dijo que sí había una base de datos de desaparecidos, que siempre no, que no había, que luego apareció… En fin.
Ella sigue cobrando, que para eso sirve la grilla, aunque no conozco a un solo directivo de alguna organización de derechos humanos que piense que de algo han servido la subsecretaría y su titular para mejorar el problema de los derechos humanos.
El secretario Osorio negoció que el asunto se pasara a la Procuraduría General de la República, donde Murillo Karam lo radicó en la subprocuraduría de Derechos Humanos a cargo de Ricardo García Cervantes.
Recién nombrado, lo invité a En15 y vino. Nunca lo había siquiera saludado. Ese primer día se me ocurrió pedirle que viniera al programa cada seis meses a contarnos como iba con la lista del horror, y aceptó.
Cada seis meses vino. Cumpliendo su palabra. Sin muchos resultados. Cada vez más triste.
La última vez fue hace unos días. El 15 de mayo, aquí el link para verlo (http://bcove.me/ioyeeoyg).
Esa mañana yo había revisado la base de datos oficial en la CNS y vi que los registros habían bajado a 18 mil 955.
Lo recibí con la cifra y le dije que debía estar alegre, porque eran muchos miles depurados en poco tiempo. Me dijo que no podía celebrar nada. Había conocido el dolor individual de familiares de desaparecidos y que entendía que uno era demasiado.
Lo vi agotado. Triste. Derrotado por el horror que había enfrentado. Terminado el programa me abrazó con fuerza.
Unos días después la base de datos de CNS desapareció. El secretario Osorio dio otras cifras frente al Congreso.
El subprocurador se fue y su jefe elogió su honestidad intelectual.
Yo, desde aquí, reconozco a un tipo de palabra, al que lo dolió en el alma que 18 mil mexicanos siguieran desaparecidos.
Lía Limón debe estar feliz. Cobrando.