¿Hospitalarios?

Llamó la atención de los yucatecos que el hermano de La Tuta fue detenido en Mérida, en una zona donde convergen clases medias con lanita para echarse tres o más cervezas.

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Yucatán, en términos generales, es un sitio muy hospitalario para vivir. Algo similar decía el simpático e inteligente, el fallecido panista Rafael Castilla Peniche, cuando se refería a la “hospitalidad”. Al final, “Cachicha” (como le llamaban popularmente) hablaba de la cantidad de hospitales que, en esos años, se construían en la entidad, principalmente, en Mérida.

Es por ello que don Rafael –al momento de perecer era delegado de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco)- soltaba las palabras irónicamente. En efecto, Yucatán en general y, Mérida, en lo particular, son muy generosos para un modus vivendi tranquilo y, en muchas ocasiones, pasado de rosca.

Y vaya que distintos personajes lo pueden afirmar y no necesariamente de una vida muy grata, quizá de una vida muy galante, hasta que se les acabó el veinte.

Concretamente, la gente que supuestamente está ligada al crimen organizado parece hallar en Mérida una vida muy lejos de la violencia a la que está acostumbrada en sus entidades de origen, más o menos como su zona de confort. Pero dicha camita de flores no es precisamente un lecho de rosas o margaritas. Algo sucede que la “luna de miel” de los personajes de la “cosa nostra” en Yucatán está parpadeando.

Apenas el 27 de febrero pasado, en una buena casita de por la zona de Altabrisa, la Policía Federal, apoyada por militares, apañó a Flavio Gómez Martínez, hermano menor de Servando, mejor conocido como “La Tuta”, quien horas antes, ese mismo día, había sido apresado en su natal estado de Michoacán. En ese momento, era el criminal más buscado de México, y su carnalito Flavio supuestamente era el jefe de las finanzas de los famosos –por sanguinarios- “Caballeros Templarios”.

Algo sucedió que los dos hermanos cayeron presos, pero ese último viernes de febrero lo que más llamó la atención de los yucatecos fue que el tal Flavio fue detenido en Mérida, en una zona donde convergen clases medias con lanita para echarse tres o más cervezas y clases altas que comen casi a diario en los caros, que no tan finos, restaurantes del área donde, por cierto, hay varios hospitales (como diría el recordado panista y mejor ser humano Rafael Castilla).

Y todavía en la madrugada del martes, el presunto líder del Cártel Independiente de Acapulco, Víctor Aguirre Garzón (a) “El Gordo”, cayó en las manos de las fuerzas federales en una casa donde residía en el puerto de Progreso.

PRIMERA CAIDA.- Está correcto que Mérida y Yucatán sean zonas muy “hospitalarias”, pero no para la gente que sí está o supuestamente está vinculada al crimen organizado.

SEGUNDA CAIDA.- Los servicios de inteligencia del Estado tienen que ponerse más abusados porque no sea que, en una de aquellas, los “foráneos” busquen calentar la plaza y entonces sí que los yucas empezarán a vivir un infierno muy diferente a las oleadas de calor natural.

TERCERA CAIDA.- El asunto es: ¿cuántas más personas de este nivel ya viven por aquí? Jefes, hermanos, esposas, hijos, madres… ¡Uy!

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