Hoteles de “-5 estrellas”
Son los hotelitos “de paso” que abundan por las calles de Mérida, aquellos donde los teporochines descansan la borrachera y algo de cruda para luego seguir dándole.
No, no son los vagabundos; tampoco los vandalillos que suelen imitar modas o costumbres gringas. Para nada, al contrario, son los hotelitos “de paso” que abundan por las calles de Mérida, aquellos donde los teporochines descansan la borrachera y algo de cruda para luego seguir dándole lubricada a la garganta y a las tripas con “finos vinos y licores” hechos con uvas y caña de azúcar, selectas de los manglares de Progreso.
Ciertamente, los hotelitos “de paso” cumplen una función muy importante: ahora sí que salir “al paso” de los y las necesitados de practicar el ancestral “prau prau” o, simplemente, tomar una noche de descanso. Por lo general son baratos y tienen, sin faltar, jaboncitos Rosa Venus. ¿Quién no los recuerda?
Sin entrar en más detalles sobre el mobiliario de los hoteles de “menos cinco estrellas”, lo cierto es que conforme transcurre el tiempo la vida allí se torna más agitada y con altos visos de peligro. Las noticias son el fiel reflejo de ello. En el transcurso del año que pronto fenecerá se registraron decenas de casos en dichos sitios de descanso y, por lo general, nada dignos de aportación positiva a la sociedad.
No falta el día que, con los clientes ya bebidos y hasta elevados a equis potencia por el consumo de enervantes, se presentan con alguna “avecilla de la madrugada” (cantarla al ritmo del salsero panameño Rubén Blades) y después de pagar la cuota correspondiente, suben al aposento y, luego, sobreviene el drama.
Desde muertes por infarto, luego de una “noche espectacular” de amor, hasta golpes, recordatorios de progenitoras, pistolazos y machetazos. Hace unos días, apenas el 24 de este mes, se armó el show cuando unos foráneos arremetieron contra dos prostitutas y el encargado de tan fino cubículo para ejercitar el antiguo “in, aut”.
PRIMERA CAIDA.- Claro que es complicado mantener una vigilancia estrecha en aquellos lupanares (suena modoso, pero la palabreja es cotorra), pero algo tienen que hacer las autoridades de Salud estatal y municipal para regular las actividades. No es posible que tiro por viaje haya problemas.
SEGUNDA CAIDA.- De entrada, es importante evitar que los clientes entren en estado brutalmente inconveniente. Una cosa es tener dos o tres copas de licor corriendo por la sangre que sostener un tonel de cerveza en el mero cerebro. Allí, el asunto se torna altamente peligroso.
TERCERA CAIDA.- Pero, por el momento, hasta que exista alguna solución concreta, no estaría mal que la policía mantenga a dos que tres elementos de guardia en los hoteles con antecedentes problemáticos. Chance y hasta ellos puedan tomar un relax y sin derecho de peaje.