¡Huele a pan!

México es un país panadero cuya producción tiene un lugar importante en la historia de cada región.

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¿Cuándo fue la última vez que se comió un pan? Muchos lo hemos hecho esta mañana en el desayuno. Podría ser que usted hasta se esté comiendo uno al momento que lee las noticias de hoy lunes. 

Provengo de una familia donde hay pan dulce en casa casi a diario. Salir por el pan es casi un rito; degustarlo, una celebración familiar. Somos de paladar exigente, sabemos distinguir el bueno, el de panadería tradicional, al de producción industrial como el que fabrican en los supermercados.

No creo ser la única en esa situación, México es un país panadero cuya producción tiene un lugar importante en la historia de cada región. Cada estado, municipio y población cuenta con su propio pan. 

Estos productos dulces son mezcla de cultura indígena y cultura europea, y hoy están muy arraigados a nuestra historia popular. 

Tenemos panes especiales para fechas tradicionales, como el pan de muerto, la rosca de reyes o el pan del Jueves Santo.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Gasto, los mexicanos destinamos 37% del gasto a los alimentos, y de éstos, en el 21.1% de los hogares es para pan y cereales, y un 14.9% más para azúcar, dulces, miel y chocolates.

Somos un país que produce y come. Alemania es el número uno en variedad de panes salados. Nosotros ocupamos la misma posición en el ranking, pero en pan dulce. Tenemos más de tres mil variedades e ingerimos por persona, aproximadamente 33 kilos al año.

Conchas, hojaldras, magdalenas, moños, cañones, chilindrinas, cochinitos, panqués, cuernitos, orejas, ladrillos, rosca de canela, amores, trenzas, banderillas, hojaldras, polvorones, teleras, bolillos. Panes suaves, acolchonaditos, que se desmoronan, crujientes. ¿Cuál prefiere?

Estas piezas de nombre creativo y producto del ingenio mexicano son la perdición de muchos; pero no se confunda la próxima vez que se le antoje un pan dulce. El verdadero pan de tradición mexicana es el de las panaderías que tienen años de historia en la ciudad. No son las novedosas donas de harina congelada que alcanzan casi los 20 pesos por pieza. 

Defendamos esta tradición que nos ha acompañado toda la vida. Somos los número uno del mundo. El pan dulce de México es delicioso y es motivo de orgullo.

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