Es increíble que permanezca en su ubicación actual la planta de harina de maíz a orillas de la carretera Mérida-Progreso, considerando que está justamente en el corredor turístico que une a la capital y el vecino puerto.

Pero eso sería tal vez menos importante si  comparamos con lo desagradable del hedor que tienen que soportar los habitantes del fraccionamiento Las Américas y otros situados por esa zona.

Sufrí en carne propia los inconvenientes de esas pestilentes emanaciones de la procesadora de maíz durante los 2 años que viví en Las Américas,  y ahora un amigo médico que continúa residiendo en el fraccionamiento me pide que haga este comentario y me parece muy justo. 

La planta de harina de maíz  y una granja de cerdos que se encuentra del otro lado de la carretera a Progreso no pueden continuar en ese lugar, contaminando la atmósfera del nor-poniente sin que nada se haga para evitarlo.

Ya es tiempo de que las autoridades ambientales y sanitarias del Estado tomen cartas en el asunto y reubiquen estas empresas en la zona limítrofe al sur de la ciudad, en donde los vientos del norte no traigan sobre los habitantes la pestilencia que generan estas plantas y de paso llevar empleos a esta parte de la ciudad.

Sería interesante hacer una medición para saber qué grado de contaminación están arrojando a la atmósfera, aparte de lo desagradable e injusto  que para los residentes de esa zona  resulta soportar esas pestilentes emanaciones. No sería extraño encontrar que están agrediendo las vías respiratorias de tantos niños que tienen que soportarlas.

Mucho mejorará la calidad de vida de los que habitan en los fraccionamientos y poblaciones vecinas si se  eliminan estos desagradables olores y muy justo me parece el interés del médico interesado en la epidemiologia por investigar hasta qué punto  están dañando la salud de los adultos y sobre todo de los niños.

Buen tema para los candidatos que ya arrancaron sus campañas rumbo a 2018 en Yucatán.