2mil14

En la revista “vertimos opiniones personales sobre la creación artística y la diversidad de públicos”.

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Con su entrega 14 nos llega el último número de la revista electrónica de arte y cultura  2mil14, editada “desde” Durango por Fernando Andrade Cancino, último ciclo de ediciones electrónicas que este polifacético artista edita desde hace años. 

La revista anterior, el semanario A fondo, alcanzó 200 publicaciones, hazaña de calidad y continuidad en época de banalización del arte y llamaradas de petate.

Breve y con un diseño que se disfruta, pues el trabajo de Fernando tiene un núcleo fuertemente visual, nos dice el editor que en la revista “vertimos opiniones personales -y textos e imágenes de autores afines tomados de la red- desde la crítica del arte y el periodismo cultural, sobre la creación artística, las instituciones culturales y la diversidad de públicos”. 

Como otros transterrados vuelven a su origen, Fernando irradia su quehacer desde su natal Durango a donde retornó hace años. Lo invito a leerlo en http://fernuchi3.blogspot.mx/p/2mil14-1_24.html.  

Arquitecto, con una maestría en diseño, escritor y pintor con innumerables exposiciones, algunas en los principales recintos culturales del país, Fernando fue maestro y director de la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes y su obra gráfica está presente en muchas ediciones y publicaciones culturales. 

Rasgo sobresaliente es su indeclinable vocación libertaria y social, que se expresa de manera sólida y sin equívocos. Como ejemplo, en su artículo del último número de 2mil14, “La farsa del arte contemporáneo”, Fernando comenta la conferencia de la crítica de arte Avelina Lésper “El Arte Contemporáneo. El Dogma incuestionable”, que exhibe a los farsantes del arte: “La carencia de rigor (en las obras) ha permitido que el vacío de creación, la ocurrencia, la falta de inteligencia sean los valores de este falso arte, y que cualquier cosa se muestre en los museos”. 

Sé de artistas visuales serios que seguramente comparten esta visión y “prudentemente” callan. Romper la conspiración del silencio, remontar la crítica ausente o falsa es una motivadora provocación para acercarse a estos textos reveladores. 

No puedo evitar recordar cuando hace años, en una sala solitaria de una exposición de noveles, el inolvidable Eduardo Ortegón –que no sabía que lo observábamos-, se echó para atrás escudriñando un cuadrote y dijo: ¡Total… el que quiera pintar que pinte!

En Ciudad, poema que revela la veta literaria de Fernando, ese otro ser de las letras en el que se desdobla el artista visual, nos dice que “El universo es una flama que ciega, apaga / pero antes hiere. / El poema es algo incomprensible, no es otra cosa. / Poesía es tu lengua / en mi boca besadora”. 

Este contraste entre lo más esencial que no podemos atrapar y la vida que se vive es acaso definitorio de su quehacer. Tal vez de esa manera, Fernando Andrade haya logrado responder en su sitial duranguense a la pregunta de Rilke: “¿Ah, dónde están los años en que tú, simplemente con / tu esbelta forma, / cerrabas el paso al hirviente caos?”.

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