Ignorancia y mafia racista
Con la leyenda: “Say not to racism” , la FIFA muestra una vez más su ciclópea hipocresía, ya que –por puro afán de lucro- le dio a los homófobos rusos y cataríes la organización de sus dos próximos mundiales.
No es posible sustraerse de la euforia que suscita el Mundial de Futbol y menos si es en Brasil, donde las cadencias de caderas monumentales aparecen por donde se vire uno.
En ese contexto, uno de los expertos –fofos y zafios en su mayoría (se ve que no juegan ni su caca con palito)- anuncia que la FIFA, ese ente transnacional de malas mañas, ha detenido a un argelino que traficaba con boletos e investiga al padre del lesionado astro brasileño (no carioca, como tampoco en México todos somos aztecas) Neymar.
El hecho demuestra que o el locutor no sabe de qué está hablando, porque la FIFA –aunque es más poderosa que muchos- no es un estado y carece de facultades para detener y menos para investigar un delito, o es verdad que las naciones que son sedes del Mundial futbolero ceden su soberanía a esa entidad multinacional (con más miembros que la ONU) que puede hacer y deshacer lo que le venga en su real y omnímoda gana en el cotejo que más miradas atrae en el mundo.
Antes de cada partido del sábado (fue cuando lo vi), la FIFA hacía cargar a los jugadores una manta con la leyenda: “Say not to racism” , con lo cual muestra una vez más su ciclópea hipocresía, ya que –por puro afán de lucro- le dio a los homófobos rusos y cataríes la organización de sus dos próximos mundiales. La homofobia es una forma de racismo, quizá la más rampante.