Impuestos, privilegios y la defensa de lo indefendible

Si se hubiera propuesto, por ejemplo, un aumento generalizado del IVA a alimentos, la protesta general no se hubiera materializado en grupos concretos.

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Tiene razón el doctor Gerardo Esquivel, del Colmex, en que la mayor vulnerabilidad política de la reforma hacendaria propuesta por el gobierno federal es “que al haber optado por hacer modificaciones a impuestos específicos en vez de hacerlo a impuestos generales, genera una mayor oposición de los grupos afectados y, en la medida en la que estos grupos sean más vocales o tengan una mayor capacidad de presión, esto hace que las demandas para modificarlos o revocarlos sea más intensa” (http://goo.gl/SDU3Nv).

Si se hubiera propuesto, por ejemplo, un aumento generalizado del IVA a alimentos, la protesta general no se hubiera materializado en grupos concretos, bien organizados, cabildeando intensamente para defender un privilegio en particular. Cada excepción tiene una asociación, un grupo de cabilderos, capacidad económica para publicar desplegados y organizar “foros de análisis” donde todos los expertos coinciden en que si alguien desaparece tal exención, tal privilegio, lo que vendría es el caos. 

Uno de los casos más interesantes de la defensa de un privilegio indefendible es la tasa de IVA diferenciada en la frontera (allá pagan 11% y no 16% que pagamos todos). Por qué un habitante de Ciudad Juárez ha de pagar menos IVA que uno de Pinotepa Nacional, me resulta un misterio insondable. La tasa reducida es igual a 17 mil millones pesos que el gobierno no recauda.

Un ejemplo: digamos que usted se quiere comprar un coche. Un híbrido Prius (versión premium) que en la Ciudad de México o en Tampico o en Torreón cuesta 456 mil 400 pesos. Pero como quiere ahorrar, usted se toma un camión y se va a Reynosa o a Matamoros, donde gracias a la tasa reducida de IVA usted se ahorraría 22 mil pesos con simplemente manejar unas cuantas horas de regreso a su ciudad “no fronteriza”. Pues resulta que no. Porque el Prius en Reynosa y en Matamoros y en Tijuana cuesta 456 mil 400 pesos. 

¿Quién se embolsa esos 22 mil pesos? 

Varios estudios muestran que los precios al consumidor en la zona fronteriza no son menores al resto del país. Al contrario: son en promedio un poco más altos. Las únicas beneficiadas han sido las empresas, que tienen mejores márgenes de utilidad cuando venden en la zona fronteriza. 

Pero si usted se da una vuelta por la frontera en estos días escuchará que de igualar la tasa, lo que seguirá es el fin del mundo. 

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