Independencia, palabra ignorada
De acuerdo con la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, cada 15 segundos un sirio se convierte en refugiado.
En días recientes he encontrado un gran número de publicaciones en las redes sociales que reflejan una gran preocupación y condena por el posible ataque de Estados Unidos a Siria, principalmente por el número de muertos y heridos que una acción de este tipo generaría entre la población civil. Entiendo perfectamente la preocupación, pero no me ha dejado de llamar la atención que desde marzo de 2011, cuando se iniciaron las revueltas en Siria, los mexicanos habían reflejado una casi nula preocupación ante el hecho, al menos en la mayoría de las redes sociales; parece ser que la posibilidad de la intervención estadunidense ha dirigido los reflectores hacia este conflicto y de ahí la preocupación generalizada.
El hecho es que de acuerdo con la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, cada 15 segundos un sirio se convierte en refugiado; el número de personas que ha abandonado el país supera los dos millones, a estas cifras hay que agregarle que 4.25 millones de personas, sin salir de Siria, se han visto obligadas por los conflictos a abandonar sus hogares; por su parte, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha reportado que el número de muertos ha rebasado ya los 110,000.
La llamada Primavera Árabe, nombre con el que se ha identificado al movimiento que ha generado manifestaciones de muy diversos estratos sociales, revueltas y revoluciones en los países de esta área, constituye una reacción de estos pueblos ante sus formas generalizadas de gobierno. La potencia mundial que más afectados ve sus intereses ante esta situación es Rusia, ya que desde la Guerra Fría, durante el enfrentamiento ideológico entre Estados Unidos y la Unión Soviética, los rusos tuvieron una mayor cercanía a los pueblos árabes, debido primordialmente al apoyo incondicional que los estadunidenses siempre han brindado a Israel; aunque dicha situación tuvo algunas excepciones como el gobierno proestadounidense del Sha de Irán, sin embargo la mayoría de los gobiernos árabes se identificaron más con los soviéticos.
Estados Unidos y Europa no se han atrevido a actuar en este caso como lo hicieron con Libia, donde su intervención decidida acabó con el gobierno de Muamar Gadafi, debido a que Siria es apoyada por China y sobre todo por Rusia que siempre ha sido su aliado incondicional. La brutalidad de la represión del gobierno sirio de Bashar al-Assad originó el surgimiento de facciones rebeldes mejor organizadas y con unas estructuras más definidas; se pueden identificar dos grupos principales, uno de tendencia laica con pretensiones de establecer un gobierno democrático, y otro con una identificación religiosa chiita con probables vinculaciones con Al Qaeda. Ante este panorama los estadunidenses decidieron apoyar con armas al grupo laico, ya que el gobierno actual no les es favorable, pero principalmente para no dejar el campo libre a los chiitas y así evitar el surgimiento de un gobierno como el de Irán.
El caso es que se genera un juego macabro en el que las potencias ponen las armas y Siria los muertos, ya que Rusia abastece de armas al gobierno sirio y Estados Unidos a una de las facciones rebeldes. Un importante elemento que ha sido poco mencionado, es la base que Rusia posee en la ciudad de Tartus en Siria, la dirigencia rusa, muy interesada en lograr que su base permanezca en la región, tiene que asegurarse de que el gobierno actual o el futuro se lo permita, por lo que una victoria de los rebeldes apoyados por los estadunidenses dificultaría su permanencia; por ello Rusia se encuentra actualmente muy interesada en impulsar un acuerdo, por medio del que Siria haría entrega de sus armas químicas para evitar un ataque armado de E.U.
Esta es una opción que le permitiría a Obama evitar el cumplimiento de la amenaza que lanzó sobre Siria, de inminentes ataques estadunidenses a objetivos militares sirios por haber cruzado la línea roja del uso de armas químicas, establecida por él mismo el año pasado.
El tiempo nos dirá si Rusia podrá convencer a su aliado de destruir sus arsenales químicos, sobre todo frente a la amenaza de Estados Unidos y Alemania de recurrir a la fuerza aun sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU. Uno de los últimos informes de la ONU confirma inequívocamente que se utilizaron armas químicas, específicamente gas Sarín, en el ataque a las afueras de Damasco.
El tiempo se agota para todos los involucrados, muy pronto Rusia, Siria y Estados Unidos tendrán que llegar a acciones definitivas al respecto.