Con entrañable afecto para Liébano y familia

Uno de los mitos que se han consolidado en el imaginario de muchas personas es la supuesta seguridad en el DF. El problema es grave y siempre ha existido. Lo que sucedió es que la atención mediática se centró en las zonas de intensa violencia asociada a delitos de alto impacto.

En la megaurbe la criminalidad es parte del día a día. Las autoridades de la entidad han tenido la habilidad de mostrar la cara amable de la ciudad y también es cierto que, desde hace tiempo, ha habido logros como fue abatir el secuestro express y el asalto en zonas de relevancia como Polanco, Roma, Condesa y Del Valle. 

La complacencia en aras de construir una imagen deseable puede ser problema. Así, el anterior jefe de Gobierno Marcelo Ebrard reaccionó de manera negativa cuando un reporte del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, representado por el abogado Luis de la Barreda, señaló en reunión del Consejo Nacional de Seguridad, al DF como la entidad con mayor incidencia delictiva, de conformidad a una investigación de percepción ciudadana.

Los gobiernos locales, incluido el DF, tienen cifras sobre criminalidad poco confiables, no tanto por la manipulación deliberada de las autoridades, sino por un hecho incontrovertible, los ciudadanos denuncian poco.

Las cifras sobre el robo de vehículos son relativamente confiables, porque las personas tienen que ir al MP para obtener el acta que les permita recibir la cobertura por el seguro. Las cifras de los homicidios también son relativamente veraces, porque es difícil que un delito de tal naturaleza pase desapercibido, aunque no falta como es el caso de los desaparecidos, cuyo paradero se ignora y todavía es una página trágica por aclarar.

El presunto secuestro de 11 jóvenes en la Zona Rosa reabre el tema sobre la delincuencia en el DF. Es un error hacer creer que hay un deterioro de la situación y que la ciudad está por pasar a los territorios de violencia extrema. En algún sentido es un hecho aislado; en otro sentido es parte de un problema que desde hace años las autoridades han tenido la habilidad de regatear.