Institución de la solidaridad
Desde 1986, un grupo de seglares asistidos por sacerdotes han realizado la labor extraordinaria y descomunal de ayudar a los más necesitados.
La solidaridad es una virtud social que implica –entre otras ideas- que nadie puede desarrollarse plenamente en lo individual si no atiende a su responsabilidad social.
Es una interdependencia; a nadie le puede ir completamente bien en lo individual si la sociedad está mal y la sociedad no puede ser saludable si los individuos que la componen están mal. Para el recientemente fallecido Efraín González Morfín, la solidaridad significa “llevar entre todos las cargas de todos” o como lo afirmaban los fundadores del PAN, se trata de “evitar el mal evitable”.
De tal suerte, que la solidaridad no se crea por decreto; nacemos con ella. Solidaridad es, por ejemplo, el auxilio voluntario y sin egoísmo que se prestan las personas en una catástrofe o calamidad.
Estas reflexiones son a propósito y en reconocimiento de una Institución que en días pasados –6 de enero– cumplió un aniversario más de su labor solidaria y promotora de esta virtud: Cáritas de Yucatán.
Desde 1986, un grupo de seglares asistidos por sacerdotes han realizado la labor extraordinaria y descomunal de ayudar a los más necesitados. En lo material han proveído alimento, vestido, medicamentos, proyectos productivos e incluso vivienda a personas de escasos recursos.
En su dimensión espiritual y a través de la formación en la Doctrina Social de la Iglesia, han atendido la necesidad de desarrollar la responsabilidad social de muchos ciudadanos para tener una sociedad más sana; se diría que fraterna.
Lo han hecho en condiciones difíciles atendiendo a su fe y compromiso católico. Bien decía el filósofo francés Jean-Francois Revel que “a nadie se le obliga a ser católico, pero a quienes lo son lo menos que se les puede pedir es que lo sean plenamente”.
El aniversario de Cáritas de Yucatán es buena noticia y debiera ser acicate para quienes aún no cumplimos a plenitud nuestro compromiso social.