Instituciones
El entorno institucional está determinado por el marco legal y administrativo dentro del cual los individuos...
¡Al diablo las instituciones!, gritó furioso un conocido personaje de la política nacional hace algunos años. No es el momento, ni el foro para juzgar sus razones de haber dicho esa frase, pero lo que ocurrió a continuación fue un rotundo, generalizado y enérgico rechazo nacional e internacional a esa postura.
Parece haber consenso global respecto de la importancia de las instituciones, y no resulta casual que el primer Pilar de la Competitividad, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, sea precisamente “Instituciones”. El entorno institucional está determinado por el marco legal y administrativo dentro del cual los individuos, las empresas y los gobiernos interactúan para generar riqueza. Siempre es muy importante que los países cuenten con un entorno institucional digno de confianza y justo, pero se vuelve más evidente durante períodos de crisis económica y financiera y resulta especialmente crucial para solidificar ese frágil período de la posterior recuperación.
La calidad de las instituciones está estrecha y fuertemente relacionada con la competitividad y el crecimiento, ejerce una poderosa influencia en las decisiones de inversión y organización de la producción y juega un papel clave en las maneras como las sociedades reparten los beneficios y afrontan los costos de las políticas y estrategias de desarrollo.
El papel de las instituciones va mucho más allá del marco legal, también resultan muy importantes las actitudes que el gobierno asume ante los mercados, las libertades y la eficiencia de sus operaciones. La corrupción, excesiva burocracia, tramitología engorrosa, la sobrerregulación, la deshonestidad en la negociación de los contratos públicos, falta de transparencia y confiabilidad, el no estar en condiciones de proveer servicios apropiados para el sector productivo y la dependencia política del sistema judicial imponen costos significativos a las empresas y vuelven muy lento el proceso de desarrollo económico.
Pero no solamente las instituciones públicas, también las instituciones privadas son un elemento muy importante y esencial en el proceso de creación de riqueza. De ahí la enorme importancia de fortalecerlas, unirlas, participar activamente en ellas, siempre de manera positiva y persiguiendo el beneficio colectivo antes que el personal.
Por eso las agrupaciones empresariales, cámaras y asociaciones; o las de profesionales, como los colegios y sus federaciones, tienen que practicar los mismos valores fundamentales que exigimos de las instituciones públicas, incluso más estrictamente, ya que eso les confiere una autoridad incuestionable para demandar atención a sus necesidades y solución a sus problemas.
Los lazos y redes que unen a las instituciones públicas con las privadas y con los individuos que las conformamos deben ser alimentados con valores, confianza, certeza, apertura, transparencia, honestidad, honorabilidad, profesionalismo, calidad, eficiencia, visión y otros atributos. Eso es lo que aporta cohesión y fortaleza en una sociedad que enfrenta sus desafíos unida, y quienes así lo hacen por lo general alcanzan el éxito, crecen y se desarrollan favorablemente en bien de todos. ¿Lo ponemos en práctica?