Inútil y deplorable ruptura
Ni Cuauhtémoc Cárdenas ni el PRD merecían terminar así porque, aunque los reproches del ingeniero son en gran parte acertados, igual ocurre con la defensa y argumentación de Carlos Navarrete.
El amoroso padre terminó clavándole un puñal a su criatura.
Si la vida fuera cosa de “justicia”, ni Cuauhtémoc Cárdenas ni el Partido de la Revolución Democrática merecían terminar así porque, aunque los reproches del ingeniero son en gran parte acertados, igual ocurre con la defensa y argumentación de Carlos Navarrete.
En la autocrítica partidista, Cárdenas debió renunciar desde cuando, encumbrado en la dirigencia del PRD y después encaramado en el Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador se dedicó a reventar y perseguir a todos los liderazgos emergentes, y con especial encono a los más identificados con el ingeniero para alzarse con la candidatura presidencial.
¿Acaso no fue omiso Cárdenas ante los bochornosos derrapes de su entonces partido en los berrinches poselectorales de 2006 y consintió en 2012 el relanzamiento de su excamarada, el mismo que brindó su apoyo a José Luis Abarca y a su padrino político Mazón para hacerse de la alcaldía de Iguala?
Triste la ruptura, el ingeniero acabó en pocos días con 25 años del mayor proyecto de unidad de la izquierda mexicana.