Hablar de las barbaridades cometidas por el catolicismo en el medioevo es tema de estudio trillado. Las ejecuciones sumarias, las invasiones y las conversiones a la fuerza nos llevan a los oscuros e incultos años de Felipe III en España o de Francisco I en Francia. La imagen de un Papa llamando a una cruzada santa para liberar los lugares sagrados de los infieles, ya nada tiene que ver con la imagen de un Papa moderno que se hinca con respeto en el Muro de los Lamentos de Jerusalén, con un solideo hebreo o kipa hermosamente tejida por amorosas manos judías, junto con un rabino ortodoxo.

El cristianismo, el judaísmo, el hinduismo y el budismo, por sólo mencionar algunas,  son religiones que se han crecido con el tiempo, se han modernizado y hoy en día bien admiten leer un oficio de una tableta electrónica sin el mayor problema. ¿Cuál ha sido la clave para que estas religiones se hayan adaptado a los nuevos tiempos y hoy en día consideren como barbaries lo que cometieron sus ancestros en nombre de sus creencias? No lo sé. A lo mejor es simple evolución y que las normas que las rigen, desde su origen, se basan en amor y comprensión. No tengo elementos para emitir un veredicto a este respecto, pero a los hechos me remito.

Odio pecar de intolerante, pero es un hecho que el islamismo es la única de estas religiones que cuenta con una base dogmática los suficientemente retrógrada y fuerte como para que los pobres de espíritu se nieguen a aceptar el progreso y se vuelquen a la más absurda de las barbaries. Tengo amigos musulmanes que son las personas más dulces y amorosas que he conocido, me cuesta ver en la profundidad milenaria de los ojos de mi buen amigo bereber el más mínimo atisbo de violencia o de crueldad, todo lo contrario. Muchas veces en los ojos de los decapitadores de Isis trato de ver algo que los diferencie de nosotros, y no lo encuentro. 

El Islamismo puede ser lo más educativo, amplio y culto del universo, pero tiene las herramientas para que gente inescrupulosa lo convierta en lo más violento y malvado que hay hoy en día. Estoy convencido que todo eso se soluciona con educación y con acceso a la información, pero eso es precisamente lo que cortan de raíz estos personajes. La crueldad de Isis tiene con los pelos de punta a toda la humanidad, y no hace sino acrecentar el temor innato que tenemos por una hermosa manera de hablar con Dios y que profesan personas buenas. Alá no espera con los brazos abiertos a los miembros de Isis; él, sí es amor. 

PS: Muy tranquilizante el resultado de la votación sobre la independencia de Escocia. Es absurdo que mientras la humanidad de fusione aún más y se establezcan lazos entre los pueblos, haya algunos que pretendan seguir levantando barreras entre los hombres. Este tipo de divorcios políticos ya están fuera de moda; la independencia es la búsqueda de la felicidad, ahora bien, si ésta ya se tiene, ¿cuál es el sentido?