En los últimos años, los epigrafistas han logrado identificar glifos relacionados con  la terminología del juego de pelota,  lo que nos da una mejor idea de la importancia de esta práctica.

En el norte de Yucatán la forma de representar la cancha es un esférico, un marcador y un corte en perfil del campo, que puede traducirse como  alaw, jalaab’ y lalaw: cancha de juego de pelota. 

En la mitología maya la cancha del juego de pelota se asocia con el abismo subterráneo negro (Ik’ Waynal), es decir, esta práctica también se relaciona con el inframundo. Las canchas pueden estar orientadas hacia montañas naturales. Asimismo se representan con vocablos y glifos cuya expresión significa entierro sepulcro, tumba o cementerio, barranca, hoyo, hundimiento, cima, zanja: Muknal y  Joom, respectivamente. El espacio considerado como cancha, patio para el juego de pelota o camino de piedra se denomina b’ituun o b’ik tuun.

Durante el Clásico Tardío y el Terminal en la Península de Yucatán eran comunes las canchas con anillos por donde atravesaba la pelota. Estas esculturas empotradas a los costados del campo llevan el nombre de chikin tuum, que se traduce como oreja de piedra. El significado de las escalinatas entre los mayas del período Clásico sugiere que algunos partidos con alto significado político finalizaron con el sacrificio de cautivos. Esto se hacía arrojando los cuerpos desde lo alto de un edificio escalonado como un rito posterior al juego. Es muy estrecha la relación que existe entre escalera y juego de pelota, ya que eb’, escalera, sirve para ilustrar la bajada de la pelota sobre las gradas que no necesariamente corresponden a la cancha, otras escenas con enorme pelota que baja por una escalera representa metafóricamente el cuerpo de los cautivos arrojados.

La pelota de hule se representa como un círculo con el interior achurado y se refiere a un objeto de color negro o de color oscuro. En maya yucateco es wóol, que se traduce como círculo o pelota, esférico, redondo. Los mayas consideraban esas esferas como individuos vivos y conscientes; las pelotas de hule simbolizaban también el corazón, alma o ánima.