Juicio a los productos chatarra

Estos productos se adueñaron de las preferencias del consumidor gracias a la publicidad engañosa y exaltando bondades de forma manipulada.

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Salía de una tienda de “conveniencia”, y de pronto un infante de 5 años se tiraba al piso y con su berrinche le exigía a su madre que le comprara cierto producto “chatarra”. Después de los jaloneos, el crío logra su objetivo. Me cuestioné ante eso cuánto vale la salud de nuestros hijos y con qué facilidad, con tal de evitar  el espectáculo, cedemos al insano capricho. 

Continúa la polémica sobre el consumo de productos chatarra y sus repercusiones a corto y largo plazo. Las víctimas de enfermedades condicionadas por la obesidad se multiplican, así destaco la diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipidemias, ateroesclerosis, infarto cardiaco, embolia cerebral y cáncer, entre muchos.

Habría que revisar el tema desde diversas aristas que integran el problema en comento. Por principio de cuentas definiría el concepto de comida chatarra: aquellos productos ricos en azúcar, sal, grasas “trans” y  con escaso valor nutritivo por la falta de vitaminas, ácido fólico y minerales. Así tenemos las frituras, algunos chocolates, galletas rellenas, refrescos gasificados, jugos de caja, entre muchos por no dejar de citar. 

Estos productos se han adueñado de las preferencias del consumidor gracias a la publicidad engañosa y exaltando bondades de forma manipulada. ¿Acaso el fabricante repara en consecuencias? ¡Por favor!

Los que nos dedicamos a la atención de dolientes vemos tristemente cómo se incrementan las consecuencias de la mala alimentación y el sedentarismo. Áreas de hospitalización saturadas, dolor de familiares al ver cómo son “dializados” sus seres queridos, terapias intensivas en lucha incansable por limitar la embolia o infarto de sus moradores. Hasta cuándo entenderemos que el hilo conductor de todo esto se inicia en el seno familiar. 

Las comidas caseras son cosa del pasado, la pizza que esperas en la ventanilla y está lista en 5 minutos te saca del apuro, pero abona a  la enfermedad que cosecharán tus hijos el día de mañana. La diabetes triplicará su número para el 2030, ya tenemos un 3% de niños con hipertensión arterial, el número de fallecimientos de menores de 60 años va al alza; baste revisar el obituario de los rotativos y  ver la edad que tienen los fallecidos.

Queda mucho camino por recorrer, pero sin duda la educación y la orientación desde los primeros años de vida en casa y escuela serían la piedra angular. Incentivar a los productores locales y reforzar las bondades del consumo de alimentos naturales de la zona traerían  beneficios directos que se quedarían en casa y no en manos de emporios transnacionales.

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