Kanasín mortal
Tienen que interactuar autoridades gubernamentales, municipales y, por supuesto, la sociedad civil.
Ya no es noticia que en Kanasín sucedan todo tipo de desmanes que rayan en crímenes arteros a cargo de bandas de pandilleros que, estúpidamente, creen ser dueños de vidas.
Kanasín ya no es tampoco la llamada curiosamente “Ciudad de los Baches”, porque, eso sí, no puede negarse, este municipio conurbado con Mérida es la viva imagen de un cráter gigantesco. El año pasado, el Gobierno estatal intervino mediante un plan emergente para bachear decenas, quizá cientos de calles de diversas colonias, fraccionamientos y hasta muladares. Algo se ha hecho, pero no es suficiente.
En Kanasín, la gente desea que sus calles sean arregladas, que tengan un cambio total de imagen, no solamente “maquillaje”, pero, desde hace mucho tiempo, las vías han pasado a segundo plano.
Lo urgente, lo importante es la seguridad, puesto que el pandillerismo está incrustado en la médula municipal y es su principal cáncer que, por el momento, no tiene cura y que ya empezó a extenderse a otros sitios de la ciudad que, entre otros males, ha crecido desordenadamente en los recientes 10 ó 15 años.
La semana pasada, de sábado para domingo en la noche-madrugada, había un bailongo en la cancha de fútbol y, de pronto, la tragedia: un chamaco de 21 años de edad, de nombre José Alfredo Baas Baas, fue asesinado a mansalva por un integrante de una banda rival de la que era miembro el ahora occiso. Se trató del enfrentamiento y ajuste de cuentas de las pandillas “Neigborgh” y “Sur 13”, dos de las más numerosas, rijosas y, por lo visto, sanguinarias.
Hay muchas más bandas. Los que conocen del tema, o sea, las autoridades municipales de Kanasín (que, dicho sea de paso, se mueren de miedo para enfrentarlas; y nada de extraño hay en ello, pues los agentes están mal preparados y carecen de armamento para someter a los pandilleros cuando estos buenos para nada portan armas de fuego o, mínimo, cuchillos cebolleros) señalan que hay en territorio de los “cheles” como 30 agrupaciones de delincuentes, cuyo total de elementos gira alrededor de 2 mil o más salvajes.
Ahora es cuando, en Kanasín, tienen que imponerse medidas de seguridad más efectivas que, por lo menos, eviten en lo posible el funcionamiento de las pandillas y su consecuente rastro sangriento.
Tienen que interactuar autoridades gubernamentales, municipales y, por supuesto, la sociedad civil que ya está harta de que cualquier pandillero se presente en casa ajena, penetre, la destroce, abuse sexualmente de las mujeres y, además, amenace con matar a las personas que lo denuncien. ¡Sólo eso faltaba!
PRIMERA CAIDA.- Los últimos alcaldes de la población de “cheles” ni siquiera se han metido un poquito para resolver el problema del vandalismo. No se trata nada más de construir canchas deportivas. La prioridad es la seguridad.
SEGUNDA CAIDA.- En estos tiempos electorales, priistas y panistas intentan culparse de la muerte del joven Baas. Es de retrasados mentales aprovecharse de una tragedia.
TERCERA CAIDA.- ¿Cuáles son las propuestas de los actuales candidatos a la alcaldía para atacar este problema? ¡Ninguna!