Kobe, i hate you!

Creo que es necesario destacar lo hecho por Kobe Bryant cuyos logros se sustentaban en algo tan simple como: trabajar, trabajar y trabajar.

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Kobe, we hate you!, es una frase que le gritaban en las arenas enemigas y resonaba como música en los oídos de uno de los más grandes atletas de todos los tiempos y de la que hizo una divisa para encaminarse a la cumbre del basquetbol mundial en la mejor liga: la NBA.

Hay un video en Youtube que recomiendo ver. Se titula The conductor y pinta de cuerpo entero al personaje que paso a paso, jugada a jugada, partido a partido, lesión tras lesión, regreso tras regreso, dolor tras dolor y hazaña tras hazaña fue construyendo quien es hoy un histórico en el deporte universal: Kobe Bryant.

Todo el mundo ya conoce sus logros: tercer mejor canastero con 33,640 puntos (superó al mítico Michael Jordan), cinco anillos de campeón (primer jugador que logra tres antes de cumplir 23 años), segundo con más puntos en un partido (81, sólo detrás de las 100 unidades de Wilt Chamberlain en 1962), primero en la historia con más de 30,000 puntos y 6,000 asistencias, campeón olímpico… Y súmele. No deje de contar que también habla buen español.

Hay, sin embargo, una faceta que pinta de cuerpo entero a este superdotado basquetbolista y es su entrenador en las épocas de más éxito de los Lakers, Phil Jackson (otro genio del basquetbol, con 11 anillos como entrenador, seis con los Toros de Jordan y cinco con los Lakers de Kobe, aparte de dos como jugador con los Knicks de Nueva York), quien lo cuenta:
Kobe, apodado La mamba negra, llegaba a entrenar solo a las 6 de la mañana, Jackson se presentaba a las 8:30 que era cuando abrían el gimnasio y ya estaba Kobe esperándolo. “Desayunábamos juntos”, refiere el conocido como Maestro Zen, “y luego nos sumábamos al trabajo de todos los días”. Esa era la rutina que lo encumbró y que, una vez más, prueba lo cierto de aquella frase: “El genio es 90% trabajo y 10% inspiración”.

Nunca fue santo de mi devoción en un deporte que me apasiona -era de esa legión que lo odiaba y le daba de ese alimento que nutría su ego, y disfrutaba verlo perder, lo confieso hoy que se ha ido directo a la gloria-, pero creo que es necesario destacar  lo hecho por este atleta cuyos logros se sustentaban en algo tan simple como: trabajar, trabajar y trabajar. Kobe, i hate you! Congratulations.

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