La apuesta y el riesgo de Luis Videgaray

A diferencia de lo que veíamos desde hace muchos años, Videgaray se ha concentrado esta semana en la negociación privada.

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El próximo año Luis Videgaray encabezará la Secretaría de Hacienda que más dinero recaudará en la historia de México. Al mismo tiempo que otras modificaciones legales de este año le darán poder inédito sobre la manera en que se endeudan los estados, el gasto en la nómina magisterial, la compra de los medicamentos…

El secretario Videgaray tendrá todo este dinero después de un año en que por ¿inexperiencia?, ¿ahorrador?, ¿estratega?, ¿austero?, ¿ineficiente?, ¿eficiente? gastó poco. A decir de empresarios, gobernadores y otros, no abrió la cartera ni por equivocación y, dicen, eso fue parte del año perdido en términos de crecimiento y creación de empleos.

Contra esta especie de ahogo en el que están empresas y trabajadores vendrá un aumento en el gasto inédito en tiempos recientes. Dicen que algo así sucedió en el Estado de México. No es mala manera de construir buenos resultados en las encuestas de aceptación el año que viene y sobre todo a mitad del camino, cuando se renueve el Congreso en 2015.

Ha sido curiosa la estrategia de Videgaray en estas semanas. A diferencia de lo que veíamos desde hace muchos años, se ha concentrado en la negociación privada. En las reuniones a puerta cerrada. Cuesta trabajo encontrar una entrevista, un discurso, una declaración de Videgaray pública defendiendo, convenciendo, promoviendo la reforma hacendaria. Algunas, muy pocas apariciones de los subsecretarios o el jefe del SAT. Nada de Videgaray.

Pero se sabe por empresarios, legisladores y gobernadores de la frontera de lo intenso y duro de las reuniones con el secretario.

En la discusión que empieza la semana que entra, la rebatinga por los dineros, muchos intentarán cobrar su disciplina con proyectos, carreteras, transferencias. No tengo claro que vayan a tener más éxito que los empresarios que quisieron mantener la consolidación o evitar el impuesto al refresco. 

El estilo de Videgaray, que lo hará un supersecretario a partir de 2014, tiene sus riesgos. En el camino se van quedando resentimientos, heridos; si las cosas no salen bien, serán los primeros en afilar cuchillos dentro de unos años. 

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