La casa de la abuela
La industria inmobiliaria se está convirtiendo en uno de los mercados más dinámicos de los últimos años en México.
“Nosotros lo que hacemos es tomar la casa que heredas de tu abuela y la transformamos en un edificio”, me dijo —palabras más, palabras menos— un amigo dedicado a la reconfiguración de bienes raíces en zonas céntricas de la Ciudad de México. Su modelo es simple: compra edificios medianos o casas viejas en colonias como Juárez, Cuauhtémoc o Narvarte, los remodela respetando la distribución original, pero renueva todas las instalaciones hidráulicas y eléctricas. Luego los pone en renta.
Los edificios y las casas las compra “levantando” capital de sus amigos. Reúne ocho o diez millones de pesos, adquiere el inmueble, le hace un due diligence para revisar que todo esté en regla y los reconfigura rápido. Más adelante los alquila a jóvenes que buscan vivir en zonas céntricas y en espacios pequeños. El producto del alquiler lo entrega a sus amigos inversionistas como rendimiento anual. En promedio entrega doce por ciento de rendimiento real; es decir, ya descontando la inflación.
La industria inmobiliaria se está convirtiendo en uno de los mercados más dinámicos de los últimos años en México. En la capital, los corredores de Insurgentes, Reforma, y las zonas de Polanco y Santa Fe dan cuenta de este fenómeno.
Pero la quintaesencia del momento dinámico que viven los bienes raíces está materializado por las Fibras, es decir, por los fideicomisos de inversión en bienes raíces que cotizan en la bolsa. Básicamente son lo mismo que hace mi amigo, pero con mucha sofisticación financiera encima. La primer Fibra (Fibra Uno) ha dado un rendimiento fenomenal, y ha visto la revalorización de su títulos hasta en más de 100 por ciento (de alrededor de 18 pesos en abril de 2011 a más de 40 hace unas semanas).
Estamos a unos días de que se coloque una Fibra más en el mercado, la Fibra Inn, especializada en el sector hotelero. Asimismo se sabe que hay otras tres Fibras en formación, que aparecerán en los siguientes meses. Ya hay especialistas trabajando en ellas. Los grandes inversores en estos instrumentos híbridos son las afores y los inversionistas institucionales extranjeros que ven en México en inicio una época dorada.
Las abuelas tenían razón: los inmuebles son la mejor inversión.